Recordarás, lector/lectora, algunas historias de la vida real que te compartí la semana pasada, todas ellas relacionadas con las evocadoras anécdotas de un grupo de jóvenes universitarios sobre sus primeras experiencias viendo televisión cuando niños.
Entremezcladas con las remembranzas de ver tal o cual programa o película, aparecían en dichas narraciones personas, sensaciones y sentimientos asociados con dichas experiencias de vida.
Doy cuenta de otras de estas historias, que fueron contadas por mis alumnos del Tecnológico de Monterrey. Tal vez algunas de las mismas te hagan recordar tus propias experiencias, que son seguramente imborrables.
Veíamos la tela mientras comíamos. Laura Vega: “Recuerdo que todos los sábados mi mamá desaparecía misteriosamente, lo que significaba que papá estaba a cargo de que no ‘muriéramos de hambre’, pero como nunca ha sido el mejor amigo de la cocina, solo sabía hacer huevos estrellados. Yo sabía que al bajar a desayunar encontraría ya la televisión prendida en los Looney Tunes”. Cecilia Rodríguez: “Llegaba a la casa del kínder, mi madre me sentaba a comer puré de papa y salchicha para luego irme a sentar a la sala y ver Barney”.
Las fatídicas Torres Gemelas. Monique Maqueda: “El 11 de septiembre de 2001, a los siete años, llegué muy emocionada de la escuela porque quería ver la novela infantil ‘Amy, la Niña de la Mochila Azul’. Corrí al comedor y me comí mi sopa y pasta lo más rápido posible, ya que la novela comenzaba a las 4:00 y ya eran más de las tres y media. Al terminar, corrí al cuarto de mis papás, donde se encontraba la televisión. Pensé que debía de haber un error, pues era la hora de Amy y no de las noticias. Ellos solo me comentaron que algo muy importante había sucedido y que no iban a pasar mi novela. Decepcionada, me senté en la cama a ver unas torres humeantes, hasta que me aburrí y me quedé dormida”.
Y yo me ponía a cantar. Verónica Suárez: “Veía, con mis hermanos, una serie llamada ‘Teletubies’. Los personajes estaban disfrazados y el ambiente era colorido. Cantaban canciones que me sabía de memoria y cantaba con ellos”.
Brenda Lobato: “Una de mis caricaturas favoritas era ‘Las Tres Mellizas’. Recuerdo que solía mentirle a mi mamá de que me sentía mal con tal de quedarme a ver el programa, aunque esto no siempre me funcionaba. Emocionada, esperaba a que empezara y, cuando comenzaba, cantaba con alegría el estribillo de entrada, que iba así ‘Una, dos, tres…la tres mellizas’. Se trataba de una canción pegadiza y era como estar en una burbuja de alegría”. Mauricio Mendoza: “Tenía cuatro años. Estaba en mi casa de Mérida, Yucatán y veía ‘Blancanieves’. Me encantaba cantar la canción de ‘Ai-ho… ai-ho’, de los enanitos, y le gritaba a mi madre: ‘¡Mamá, ai-ho!’ y ella llegaba a regresar la videocasetera”.
Sonidos, olores y colores. Aranzazú Tovar: “Tenía cinco años y estaba sentada en la recámara de mi abuelo. Podía sentir el olor a muebles húmedos, acompañado del olor de unas papas que mi mamá me había subido para ver ‘Mulán’, la película favorita del momento. Ver películas era mi recompensa por terminar la tarea temprano”. Sara Márquez: “Tengo muy presente el sonido de la puerta de la entrada: la voz de mi mamá y mi hermano dejando su mochila y sentándose al lado de mi corralito. De lo poco que puedo recordar es verlo a él cambiar de canal para ver ‘Kimba’, un cachorro de león blanco. La caricatura tenía muchos animales, como monos, jirafas y leones, aunque no eran muy coloridos”. Luz Baños: “Tenía alrededor de cuatro o cinco años y vivía en San Miguel de Allende. Estaba en mi casa, con mi hermana mayor Ana, viendo la película de ‘Barney y el Huevo Mágico’… Recuerdo muchos colores, lilas y verdes, junto con ocres y azules. Tengo también presente que el huevo era de un color oscuro y tenía algo así como una galaxia adentro. También me acuerdo de los colores de los sillones: verde azulado con naranja y con decoraciones de flores”. Julia Cruz: “Recuerdo perfectamente el calor de la casa y la voz de mi abuelita diciéndome que me terminara el desayuno; el fresco olor tropical combinado con el de los ‘hot cakes’ y, por supuesto, la mezcla de sonidos de ese lugar: el río, los pájaros, los insectos y uno que otro carro que pasaba”.
El próximo lunes, en la tercera y última parte de la serie, podrás leer otras historias, tan fascinantes como éstas, todas ellas contadas por sus protagonistas.
Doctor en Comunicación por la Universidad de Ohio y Máster en Periodismo por la Universidad de Iowa.
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