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Muchos académicos nos volvemos idealistas cuando queremos enseñar a nuestros alumnos como debe ser el mundo exterior, respetando la vida humana, la libertad, justicia, la dignidad y por supuesto el estado de derecho. Pero que sucede cuando encontramos afuera servidores públicos corruptos que solo ven por su beneficio personal, que desprestigian a la sociedad y … Leer más

29 de octubre 2015

Muchos académicos nos volvemos idealistas cuando queremos enseñar a nuestros alumnos como debe ser el mundo exterior, respetando la vida humana, la libertad, justicia, la dignidad y por supuesto el estado de derecho. Pero que sucede cuando encontramos afuera servidores públicos corruptos que solo ven por su beneficio personal, que desprestigian a la sociedad y que se sienten intocables porque nadie les puede hacer nada, ni jurídica ni políticamente.

En esos momentos quisiéramos desistir de nuestra noble labor por ir en contra corriente, sin embargo moriremos en la raya y les comparto una experiencia de vida sobre la postura de que si se pueden lograr nuestros ideales si creemos en nosotros mismos, como el ejemplo de Pablo Pineda, un maestro con síndrome de down, joven español de 38 años de edad que con una gran valentía, nos invita a reflexionar en aquellas personas que representan un ejemplo a seguir y lograr un reto a base de trabajo y esfuerzo, a pesar de la adversidad.

Pablo es la primera persona con síndrome de down en Europa que termina una carrera universitaria, habiendo tenido que memorizar todos sus conocimientos en voz alta y con rutinas muy complejas. El joven apostaba porque en el futuro el sistema educativo fuera más plural, rico y diverso, valores que en su opinión ayudarían mucho a este tipo de personas. Su respuesta ante los desafíos del futuro es clara, ya que Pablo Pineda habla de “una sociedad con mejores valores, en la que la diferencia sea vista como un valor y no como un problema o defecto”. En ese sentido si un juez no nos da la razón, acudamos a la siguiente etapa ante el magistrado, si tampoco nos da la razón vayamos al juicio de amparo y si definitivamente aún no encontramos la justicia anhelada acudamos a los organismos defensores de los derechos humanos a nivel internacional.

Sabemos que aun la justicia en nuestro país es lenta y cara, situación que desde la academia estaremos presentando proyectos para su simplificación y eficiencia, como el caso de Brasil en donde la justicia mejoró mucho al resolver todo en la primera instancia, pagándoles mejor y capacitando más a los jueces para que ahí se concluya un proceso satisfactoriamente para las partes, pero mientras eso sucede pese a todo lo malo que enfrentemos, no dejemos de luchar por un derecho justo y eficaz. Concluyo con una frase de Diana Laura Riojas de Colosio “Este mundo nos ha sido prestado por nuestros padres y será la herencia que dejemos a nuestros hijos”.

Por: Sergio Arellano Rabiela

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