A mí me sucedió algo parecido el otro día, dentro del salón de clase. Mientras esperaba a que acabaran de llegar mis alumnos para iniciar la sesión, me puse a observar a los 15 jóvenes que ya estaban ahí: ¡todos menos uno se encontraban ensimismados con sus celulares, en medio del más sepulcral silencio! Asombrado, volteé con admiración a la única alumna sin el celular en mano. Para mi desencanto, en ese momento lo tomó, para así unirse a la legión de zombis vivientes que la acompañaban. Irónicamente, todos ellos estudian comunicación.