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Todos sabemos la complejidad de la vida moderna. La información que fluye sin cesar, los dispositivos tecnológicos que parecen regir nuestras vidas, los adelantos científicos que se presentan en cascada; a la par, la vida nos presenta inúmeras opciones para cualquier tema, sobre todo a quienes somos citadinos. Esto tiene un impacto en el derecho. … Leer más

19 de noviembre 2015

Todos sabemos la complejidad de la vida moderna. La información que fluye sin cesar, los dispositivos tecnológicos que parecen regir nuestras vidas, los adelantos científicos que se presentan en cascada; a la par, la vida nos presenta inúmeras opciones para cualquier tema, sobre todo a quienes somos citadinos.

Esto tiene un impacto en el derecho. Desde luego, las normas que regían una sociedad orientada a la producción rural e incipientemente industrializada, como fue México en 1917, requerían disposiciones muy distintas que las que hoy necesitamos para regular la vida nacional. Esto provoca una complejidad en el entramado jurídico muy especial.

Vamos por partes. La interacción entre naciones, y entre estas y organizaciones mundiales, en temas tales como ecología, terrorismo, derechos humanos, etc., han generado todo un andamiaje de normas internacionales, que al aceptarse por los estados se tornan en derecho obligatorio; a la vez, se construyen instituciones encargadas de vigilar el cumplimiento de esas disposiciones. Así, por ejemplo, tenemos tratados que son tutelados por la Comisión Interamericana y la Corte Interamericana, ambas de Derechos humanos. Mas disposiciones, mas autoridades ahora de tipo supranacional.

La materia mercantil es similar. Empresas que ya son propiamente multinacionales adquieren una fuerza no vista en la historia; y obligan a respuestas tanto nacionales como internacionales, surgen leyes modelo, tribunales arbitrales que en París resuelven conflictos comerciales de otras latitudes.

Elecciones, otro tema. Se han generalizado principios tales como la imparcialidad de las autoridades, el establecimiento de sistemas de impugnación, la paridad en la representación hombres-mujeres. Además, en el caso mexicano, nuestra (justificada históricamente) desconfianza a los comicios origina pesadas y largas disposiciones en cuestiones como actos anticipados de campaña, delitos electorales, entre otras. Y para hacer operativo todo el modelo, creamos autoridades de tipo administrativo, judicial y penales.

Esto que he reseñado, se presenta también en asuntos familiares, agrarios, laborales, etc., y obligan entonces a nuevas normas, más complejas, con mayores problemas de interrelación entre ellas y con la Constitución, así como con los tratados. Y también exigen nuevas autoridades o modificar las existentes.

Así, el derecho se enfrenta a un doble reto: por un lado, se torna más obeso y abstruso conforme la sociedad se vuelve compleja; pero a la vez, debe regular a las personas que poco o nada saben de él, y que al final se conducen más por intuición que por conocimiento.

Debe buscarse entonces un derecho completo que se exprese con claridad. Difícil y apasionante reto.

Por: Luis Octavio Vado Grajales

http://elconstitucionalista.blogspot.mx/

 

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