A pesar de que, cuando en octubre de 1968, Xavier López Rodríguez inició la experiencia televisiva de En Familia con Chabelo yo apenas contaba con 10 años, nunca me unió por esta longeva serie televisiva un afecto especial. Será por ello, y por el conocimiento que sobre la personalidad cotidiana de quien da vida al famoso ‘Chabelo’ tengo, que el anuncio de la desaparición del programa matutino dominical no me causa mayor conflicto.
Será por eso y porque yo a quien recuerdo con mayor nostalgia y admiración es a ese grande del teatro que fue don Enrique Alonso, que con su peculiar personaje de ‘Cachirulo’ hizo las delicias de quienes nos plantábamos frente a la pantalla en blanco y negro de la televisión a presenciar aquel Teatro Fantástico, con brujas, princesas y príncipes, decorados de palacios y bosques con árboles de cartón.
‘Cachirulo’, que en realidad se llamaba Enrique Fernández Tellaeche, era hermano de Ernesto Alonso y del famoso torero Alfonso Ramírez, el ‘Calesero’, cuyos hijos hoy administran con especial éxito en Querétaro algunos restaurantes de deliciosa comida italiana, y creó, vistiéndose como arlequín y con una peluca color naranja, un entrañable personaje que se introducía, de la mano publicitaria de una empresa de chocolate, a los hogares de mediados del siglo 20, para contar adaptaciones televisivas de cuentos
infantiles.
Con él, actores inolvidables, como Ángela Villanueva, la Bruja Escaldufa; Carlos Alonso, el malvado Fanfarrón; Marina Isolda, la princesa; Sergio Zuani, el príncipe; las enormes actrices Alicia Montoya y María Rubio; y hasta una simpática niña que iniciaba su carrera como actriz y que respondía al nombre de María Rojo.
Don Enrique Alonso fue toda su vida un impulsor de la zarzuela, y sobre todo, del casi extinto teatro de revista, del que abrevó de la mano de auténticas divas de la escena, como las míticas María Conesa o Lupe Rivas Cacho; de hecho, la Conesa fue su protectora, su maestra y su inspiración eterna.
A lo largo de los años, Alonso realizó una tarea titánica e incansable en favor del teatro para niños y de los espectáculos de variedades inspirados y dirigidos al pueblo; fue, sin lugar a dudas, un paladín del teatro de revista mexicano, al que mantuvo a flote por décadas y con el que ayudó a la subsistencia de infinidad de cantantes y bailarines populares, además de actores cómicos.
‘Cachirulo’, cuyo mote surgió del personaje por él interpretado en la puesta en escena infantil ‘La Princesa Encantada’, fue también un defensor de los trabajadores de su gremio y uno de los fundadores del ya desaparecido Sindicato de Actores Independientes, que en los 80 le hizo frente a la hegemonía sindical de la ANDA, con todas las repercusiones políticas y laborales que ello representaba. Nunca fue rico y trabajó, en la medida de sus fuerzas físicas, prácticamente hasta su muerte en el 2004, a unos días de cumplir los 80 años.
Enrique Alonso tuvo siempre una cercanía especial con Querétaro, principalmente porque aquí contaba con un amigo entrañable para él: Enrique Villa, con el que organizaba, cada año en la Casa del Faldón, la tradicional pastorela por él escrita, donde interpretaba, desde luego, al
Diablo.
Tuve la fortuna de tratar a don Enrique en varias ocasiones. Contaba con un sentido del humor ácido y fácil, con brebaje cultural amplísimo y con charla fluida, amena y desenfadada. Sobre todo tuve el privilegio de que fuera él mismo quien me colocara, y enseñara a colocar a la vez, una barba de Maximiliano para una fugaz interpretación en una obra de Emilio Carballido, dirigida por Enrique Villa, en el escenario natural del Convento de La Cruz.
En fin, que ahora que Xavier López se ha dirigido por las redes sociales al mundo para despedirse del largo periplo de su programa, a mí me han llegado a raudales los recuerdos de aquel Teatro Fantástico de don Enrique Alonso, y, como si fuera hoy, me parece ver a ‘Cachirulo’ en la pantalla de la televisión de bulbos de mi casa de niño, levantando el brazo para agitar la mano y decirnos: “¡Adióoos amigooooooos…!”.