Por: MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez El lunes pasado, 14 de diciembre del 2015, la Mtra. Rosario Robles Berlanga, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) entregó los premios nacionales de Vivienda y de Desarrollo Regional y Urbano; un momento de gran relevancia para el mundo del urbanismo nacional pues … Leer más
Por: MNU y Lic. Gabriel Ballesteros Martínez
El lunes pasado, 14 de diciembre del 2015, la Mtra. Rosario Robles Berlanga, titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) entregó los premios nacionales de Vivienda y de Desarrollo Regional y Urbano; un momento de gran relevancia para el mundo del urbanismo nacional pues se reconoce a los actores que están proponiendo la vanguardia en el sector.
El Premio Nacional de Vivienda se había venido otorgando por el gobierno federal como un reconocimiento a las buenas prácticas en el sector. A partir de este año el reconocimiento se extendió al desarrollo regional y urbano, un sector no menos importante que el de la vivienda y estratégico para el desarrollo de nuestro país, declarado emergencia urbana desde 2010. Este año lo ganó un queretano por adopción, Ignacio Kunz Bolaños, geografo de formación, planeador urbano, economista por consecuencia, y sobre todo, un cultivado ciudadano que no pierde la perspectiva de la ciudad vista con el ojo de la gente que la habita.
El Premio Nacional de Desarrollo Regional y Urbano “reconoce el esfuerzo, innovación e impacto social de los proyectos a escala urbana”, es la primera vez que se otorga este premio en la categoría de Planeación Urbana Municipal. El trabajo ganador es el Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Culiacán, Sinaloa, configurado por el Instituto Municipal de Planeación de aquella ciudad bajo la coordinación del Dr. Ignacio Kunz Bolaños, investigador de nuestra alma mater nacional y Vicepresidente de Forópolis Querétaro.
A finales del 2011 la Secretaría de Desarrollo Social, entonces responsable de las políticas urbanas del país, invitó al Dr. Kunz para que coordinara la elaboración de los programas municipales de desarrollo urbano de Ahome, Culiacán y Mazatlán; unos meses después se firmó un convenio de colaboración UNAM – SEDESOL para la ejecución de estos programas y el Dr. Kunz buscó logró algo poco común, una alianza de los institutos municipales de planeación urbana, que sin remilgos accedieron a trabajar en conjunto.
Los programas de desarrollo urbano resulantes tienen dos características que los distinguen de los programas convencionales: la primera es su alto contenido estratégico; buscan que los actores del sector inmobilario sigan con su negocio construyendo para ellos un modelo de gestión urbana atractivo y rentable, pero a la vez se provoca la ciudad compacta que se busca. Un modelo que produce un cambio de paradigma hacia una ciudad financiable, habitable, conectada y resiliente.
Por medio de directivas sencillas (que tienen el nivel jerárquico de un reglamento municipal) los programas de centro de población, o lo que sería en Querétaro, los programas de desarrollo urbano delegacionales, se ofrece la posibilidad de intervenciones focalizadas que comprometen la actuación de las autoridades (procurando que este proceso no sea solo un discurso) haciendo que concentren los esfuerzos y recursos en pocas líneas estratégicas: sitios de la ciudad que merecen regeneración, otros que necesitan mayor intensidad, o bien generando las reglas necesarias para que aquello no urbanizable permanezca intocado y sin asentamientos irregulares.
En cada una de esas líneas se reconoce la necesidad de que participen diversos actores en esquemas de transparencia y equidad, las directivas tienden a extinguir la demoagógica expresión de “ven al foro y luego no te hacemos caso…”, lo que a su vez convierte a los programas en un mecanismo de actuación concertada, un proceso activo, de ida y vuelta, enseñando al ciudadano y a la autoridad en el camino de una vida urbana democrática y corresponsable.
La segunda característica y la más destacada es contar con una sólida instrumentación, es decir, los programas incluyen la definición precisa de los “cómo” y de los “cuándo” hacer las cosas; la descripción paso a paso de qué se debe hacer para que las estrategias que se proponen se puedan llevar a cabo de una forma realista. Estos programas incluyen, entre otros, instrumentos para el control de la expansión de la baja densidad que nos agobia (¡en la zona metropolitana de Querétaro rondamos los 50 habitantes por hectárea!); procura herramientas para inhibir la fragmentación que afecta a casi todas las ciudades del país y que a la larga compromete la sustentabilidad de las urbes. Al mismo tiempo, ofrece una serie de mecanismos para favorecer la inversión en vivienda en la ciudad interior con lo que se afronta el problema de la declinación, esto es, la pérdida de población de la zona urbana con excepción de las periferias de crecimiento reciente (en Querétaro el 35% de la ciudad construida y con servicios está vacía). Este es sin duda el problema más serio y complejo de las ciudades mexicanas, y sólo puede atenderse mediante el diseño de dispositivos complejos para favorecer la inversión en vivienda de interés social, verticalidad y regeneración, lo que se antoja imposible por los altos costos del suelo.
Y es que subir el predial cada año sólo beneficia al alcalde y su capacidad de hacer obra electorera; las arcas municipales crecen relativamente y el beneficio final a la ciudad y a la plusvalía son mínimos. Lo que ingresa no es comparable con las inversiones que se ahuyentan, con las oportunidades perdidas de regeneración urbana y relleno de la ciudad vacía.
Lo más valioso de estos programas es que se proponen instrumentos que facilitan y estimulan la inversión privada en favor del interés general y con beneficios directos para los sectores más pobres; se orientan a favorecer el acceso a la vivienda de buena calidad pero sobre todo en buenas localizaciones. Estas dos características fueron sin duda, los elementos que el jurado compuesto de reconocidos especialistas en el tema, tomó en cuenta para seleccionar el Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Culiacán como el merecedor del Premio Nacional en la vertiente de Desarrollo Municipal.
La ironía de todo esto para nosotros lo queretanos (y es que es difícil ser profeta en tierra propia) es que ¡instrumentos muy semejantes fueron desarrollados por el Dr. Ignacio Kunz para el Municipio de Querétaro! Esos que fueron tachados de espurios al inicio de esta administración cuando se acusó sin fundamento que Ramón Abonce, ahora exsecretario de Desarrollo Sustentable municipal era el dueño de la empresa del Dr. Kunz (CIAT Centro de Estudios sobre el Territorio). Nada más falso.
Lo que debe destacarse y es importante para nuestra ciudad y para nuestro municipio de Querétaro, es que el Dr. Ignacio Kunz fue el responsable y coordinador del Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Querétaro y de los 7 programas parciales de las delegaciones que no pudo aprobar el Ayuntamiento 2012-2015. Según me explicó el propio Dr. Kunz, los programas de Querétaro, que se entregaron a la Secretaría de Desarrollo Sustentable apenas en marzo del presente año, son más robustos y superiores técnicamente al de Culiacán, pues aquella experiencia le sirvió para medir algunos comportamientos de las directivas; y por otra parte, porque en Querétaro hubo la oportunidad de trabajar en dos escalas, la municipal y la de centro de población (programas parciales de las delegaciones), lo que permitió sincronizar y articular las disposiciones del nivel municipal (zonificación primaria) con aquellas de nivel urbano (zonificación secundaria), lo que en Culiacán no fue posible hasta ahora, cuando se está realizando la actualización de su Plan Director (nivel urbano).
De aquí se desprende que el municipio de Querétaro podría contar con un sistema de programas de desarrollo urbano de reconocimiento nacional… Hay mucho que hacer en nuestro terruño: hay que quitarle por lo pronto el injusto estigma a los trabajos entregados por Kunz; después hay que revisar que lo entregado esté limpio de intromisiones “pecaminosas” de alguien que quisiera favorecer a un tenedor de tierra sin justificación, y luego, hay que difundirlos. Que la gente los conozca, los revise, y los viva.