Las y los pacientes hacen referencia a que cuando exceden en esfuerzos para realizar una determinada actividad se muestran cansados y estresados y no se sienten en condiciones, física ni emocional, para seguir laborando. Quizás un descanso, un dejar de hacer, ayudaría para continuar con una de las grandes satisfacciones de la vida: el trabajo. Aunque hay estudios que refieren que en escenarios laborales con mucho estrés, por exigencias extremas, la promiscuidad sexual es una forma reactiva para controlar la tensión, lo cierto es que la mayoría de los pacientes que denuncian estados de ánimo disminuido, fatiga crónica, estrés familiar, conflictos laborales o de pareja, tienen un “cansancio por la vida” y una prolongada abstinencia sexual. Esto parece ser razonable, pues el estrés, la depresión y las disfunciones sexuales conllevan alteraciones cognoscitivas, emocionales y de la conducta que inhibe las motivaciones psicológicas y espirituales.