Sin embargo, como se puede ver en el documental ‘Manzanas podridas’, la Iglesia –con Joseph Ratzinger primero como cardenal y luego como Papa–, ha realizado un largo camino de investigación, juicios y nuevas reglamentaciones para proteger a las víctimas y para condenar a los culpables. Lo más importante es el cambio de enfoque. Antes de esta crisis, el acento se ponía en la imagen de la Iglesia, no en las víctimas. Ahora, las víctimas y sus familias son lo primero.