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En la tarea educativa cotidiana, los maestros ayudamos a los alumnos a crear cosas esenciales, a veces insospechadas, como el proyecto de vida. De hecho, el propósito de toda educación es darle sentido a la vida. Encontrar y crear ese proyecto es la mayor necesidad y lo más difícil de lograr para todo ser humano … Leer más

10 de marzo 2016

En la tarea educativa cotidiana, los maestros ayudamos a los alumnos a crear cosas esenciales, a veces insospechadas, como el proyecto de vida. De hecho, el propósito de toda educación es darle sentido a la vida. Encontrar y crear ese proyecto es la mayor necesidad y lo más difícil de lograr para todo ser humano a cualquier edad. ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Quién puedo ser? ¿Por qué la vida? ¿Por qué, porque la muerte!? Los responsables de darles a los niños y a los jóvenes el apoyo que necesitan para construir su proyecto de vida, son sus padres, sus educadores y la literatura, es decir, las experiencias de la vida y las historias sobre las experiencias de vida. Sin proyecto de vida, sin un sentido, la existencia misma es terriblemente difícil o en extremo imposible. (Bruno Bettelheim. 1977. “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”. Editorial Grijalbo Mondadori. Barcelona, España).

¿Por qué dice Bettelheim que crear el proyecto de vida es lo más difícil para todo ser humano? Los filósofos de la existencia han descubierto que la estructura de la vida es una entidad extrañísima. Han descrito lo que todos sentimos y sabemos. Una piedra, un caballo o un astro, son lo que son de una vez y para siempre, en cambio los seres humanos fuimos arrojados al mundo con la necesidad de determinar en cada instante lo que va a ser de nuestra vida y el sentido que tendrá ésta.

La luna tiene cuatro mil millones de años existiendo de la misma forma y así seguirá por mucho tiempo más. Los hombres tardaron un instante cósmico en transitar de las cavernas a la era nuclear. Issac Newton, Maria Salomea Sklodowska-Curie, Albert Einstein, pasaron del anonimato de los hombres y mujeres comunes a ser los más grandes científicos de la historia, porque ellos decidieron ser sobresalientes y así se autoconstruyeron.

La vida humana no es una entidad que cambia accidentalmente, sino, al revés, en ella la sustancia es el cambio. (José Ortega y Gasset. 1984. “Historia como sistema”. Editorial SARPE. Madrid, España).

En su existencia, el hombre vive permanentemente pre-ocupado, pero su preocupación no se centra en buscar una condición interna, como el equilibrio, sino en algo o alguien externo. Nuestra verdadera preocupación es el mundo y solo nos realizamos en él comprometiéndonos con una misión, buscando la responsabilidad y el significado de la vida.

En consecuencia, el hombre se caracteriza, en primer lugar, por la búsqueda del significado, más que por la búsqueda de sí mismo. Cuando más nos olvidamos de nosotros, entregándonos a una causa, es entonces cuando somos más humanos.

El hombre se esfuerza por encontrar y satisfacer un significado y un propósito de vida. Esta situación se ha visto corroborado y validado en forma empírica por varios autores, que basaron sus investigaciones en pruebas estadísticas. El Consejo Americano de Educación encuestó a 171,409 estudiantes. Los resultados mostraron que para el 68.1 por ciento, el objetivo más alto de la vida era el de desarrollar una filosofía de vida que les satisficiera por encontrarle sentido y significado a su existencia.

En otra encuesta realizada por la Universidad de Michigan entre 1533 trabajadores, para que ordenaran aspectos de su trabajo según su importancia, se encontró que el ítem correspondiente a estar bien pagados aparecía en quinto lugar. Albert Shweitzer dijo una vez: “De entre vosotros sólo serán felices aquellos que hayan encontrado la forma de servir”.

Por el contrario, estadísticas similares aplicadas en correccionales o cárceles muestran que la gran mayoría de los delincuentes juveniles o adultos, presentaban problemas en determinar el sentido de su existencia. (Viktor E. Frankl. 2010. “El hombre en busca del sentido último”. Editorial Paidós. Barcelona, España).

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*El título de este artículo es una palabra compuesta que me atrevo a sugerir para integrar, de forma constructiva, la expresión “Logos”, que significa en la filosofía griega, razón, principio, inteligencia, con todos los significados que tiene “Paideia”, vocablo de antiguo idioma griego, que se resiste a ser encerrado en una formula abstracta y que representa expresiones modernas como educación, pedagogía, cultura, tradición, literatura, civilización. Logoterapia, el término del que disponemos, al parecer creado por el psicólogo Austriaco Viktor E. Frankl (espero no equivocarme), significa cura de almas para mejorar el sentido íntegro del hombre. Para decirlo en términos simples, Logopaideia es una palabra que tiene afinidades formativas y Logoterapia es también formativa, pero con más énfasis en lo remedial. (Viktor E. Frankl. 1987. “Psicoanálisis y Existencialismo. De la Psicoterapia a la Logoterapia”. Editorial Fondo de Cultura Económica. Ciudad de México).

Por: Amado López Guerra

 

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