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El pasado 9 de marzo, ‘febrero loco, y marzo otro poco’, nos sorprendió a los mexicanos por el realismo mágico que vivimos en veinticuatro horas. El país se vio azotado por un frente frío y una tormenta invernal que ocasionaron bajas temperaturas, lluvias fuertes, vientos, tormentas eléctricas, granizadas y nevadas. Veinticinco fueron las entidades afectadas, … Leer más

15 de marzo 2016

El pasado 9 de marzo, ‘febrero loco, y marzo otro poco’, nos sorprendió a los mexicanos por el realismo mágico que vivimos en veinticuatro horas. El país se vio azotado por un frente frío y una tormenta invernal que ocasionaron bajas temperaturas, lluvias fuertes, vientos, tormentas eléctricas, granizadas y nevadas. Veinticinco fueron las entidades afectadas, veintidós puertos cerrados, cientos de municipios dañados, árboles caídos, viviendas destruidas, inundadas y sin luz.

Ya en 1926, Manuel Gómez Morín, en su caminar incansable para construir el Partido Acción Nacional, con la sabiduría que le era propia, llamó a sus contemporáneos a caminar juntos para vencer el dolor: “no el dolor que viene de una fuente inevitable, sino el dolor que unos hombres causamos a otros hombres, el dolor que originan nuestra voluntad o nuestra ineficacia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas”, el dolor evitable.

Sin duda, el fenómeno meteorológico que provocó un sin fin de calamidades, es al que se refiere Gómez Morín como inevitable. Reconozco que hay un tema de abuso de nuestro entorno que debe ser abordado con la responsabilidad que todos tenemos con la sustentabilidad de nuestro planeta.

Por ahora, hago referencia al dolor evitable provocado por malas decisiones humanas, por la corrupción, la impunidad, la ilegalidad, el no respeto a las normas y reglas establecidas. Los fenómenos naturales se agravan cuando a ellos se suman los abusos y la ineficacia, no solo de la autoridad sino de grupos sociales sean empresarios, escuelas, iglesias, concesionarios y muchos ciudadanos irresponsables.

Sin minimizar las desgracias que hubo, hay una que ejemplifica claramente la complicidad entre la autoridad y la empresa, la de los espectaculares. Existe un orden jurídico que reglamenta la publicidad exterior. Este reglamento prohíbe su colocación en determinados espacios como camellones, banquetes, monumentos, áreas verdes; busca evitar la contaminación visual; los riesgos por lluvia y viento; obliga a contar con permiso y licencia para instalarlos; y, supuestamente, aplica las sanciones correspondientes.

En 2001 en Puebla hubo vientos de 60 kilómetros por hora y vehículos aplastados por espectaculares. Este evento llevó a que se revisara las normas respectivas para que no se repitiera esa situación. Y la semana pasada, el espectacular de Metepec, con una base oxidada y endeble, cayó sobre dos vehículos y lesionó a cinco personas, al colapsarse la estructura ubicada en camellón y sin permiso. La autoridad se pronuncia con firmeza:”se va a sancionar a quien instale…”. ¡Denuncia a posteriori!

Cuando hay ausencia de políticas pertinentes, de autoridad eficiente en el uso de los recursos públicos, y de ciudadanos corresponsables para mantener la polis cuidada, sin apropiarse de las vialidades o tirar a las cañerías cualquier cantidad de objetos inadecuados, es obvio que se trata de un tema de corrupción.

Un gran pendiente de la democracia mexicana es la corrupción. Se estima que corresponde al 9 por ciento del PIB en México, ubicado en último lugar de las 34 economías que integran la OCDE. Para combatirla, el País necesita mecanismos sólidos que vigilen a los gobernantes y permita a la ciudadanía dar seguimiento con un sólido Sistema Anticorrupción (no descafeinado), en lo público; planes y acciones en lo privado.

Afortunadamente, la ciudadanía se ha ido transformado, ahora es más consciente y participativa. Un ejemplo magnífico es la presentación, por parte del IMCO, de la primera Iniciativa ciudadana de ‘Ley 3de3’, instrumento fundamental para llamar a la corrupción por su nombre, combatirla y definir conductas corruptas.

Acciones como ésta, son las que hacen falta en México para consolidar “una nueva y mejor organización de las cosas humanas”. Así, ¡el dolor será evitable!

Por: Patricia Espinosa Torres

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