Al llegar a un risco, se encontró con Uay Balam, el majestuoso jaguar. Enfadado porque el viajero había entrado a sus dominios sin haber pedido permiso, el escurridizo felino lo empezó a perseguir por los linderos. Aterrado, Cuzcat se echó a correr. Para su mala fortuna, llegó al límite del cañón, sin escapatoria posible.