El próximo martes, celebraremos en México el día de la madre, una celebración muy popular entre nosotros, sobre todo porque es el día del recuerdo para nuestras madres. La celebración en nuestro país surge allá por el año de 1922, cuando don Rafael Alducin Bedolla, fundador del periódico “Excélsior”, hizo una invitación el 13 de abril del año mencionado, para que propusieran un día de festejo a las madres, instituyendo el día 10 de mayo como fecha en que los mexicanos celebraríamos a nuestras mamás.
Pudiera escribir cientos de palabras de lo que significa una madre para sus hijos; en alguna página de internet aparece: “El ser madre no es una profesión, no es algo que por enseñanza adquiere una mujer, sino un designio de la naturaleza el que le otorga a las mujeres capacidad y aptitud para ser madre, virtud que le permite perpetuar la especie humana que la hace el ser más amoroso de la humanidad”.
Sin embargo, creo el hablar de nuestras madres, de nuestras mamás, debe de salir del corazón, de la sensación del primer amor que todos, y señalo TODOS, experimentamos desde el primer momento de nuestra existencia. Nuestra Madre es quien nos recibe en la vida y es quien más se alegra por nuestra presencia, pero también somos nosotros quienes nos alegramos al sentirnos protegidos, amados, queridos por alguien.
El corazón de una madre es siempre un corazón agradecido, un corazón del cual se desprende el amor a sus hijos y de sus hijos a quien les dio la vida. Un corazón agradecido siempre es feliz y por eso nuestras madres son felices con nosotros.
La bendición de las mujeres que han tenido la oportunidad de ser madres, se demuestra en el cariño que a diario sienten por sus hijos; el ser madre es una bendición, no una condición social, ni una desgracia. A veces escuchamos que existen en nuestras ciudades muchas “madres solteras”, yo digo y tomando las palabras del Papa Francisco, no existen las “madres solteras”, porque el ser madre no es un estado civil, como ya lo mencione, es una bendición.
Nuestras mamás se alegran por lo que les pasa a sus hijos, sufren por ellos, trabajan y se esfuerzan por cada uno de los hijos, son mujeres que a diario entregan lo mucho o lo poco que tienen para aquellos que llevaron en su seno. Son ejemplos para muchos del sacrificio que se hace, pero todo eso lo hacen por amor. El ejemplo de nuestras mamás debiera ser ejemplo para la sociedad en el esfuerzo que se debe de hacer para salir adelante.
Nuestras mamás saben lo que nos pasa, lo que tenemos, nuestras preocupaciones, nuestras debilidades, nuestros gustos y nuestros defectos, nuestras mamás saben todo lo que nos pasa.
A veces, muchas veces, no valoramos ese amor que se nos da, a veces lo valoramos muy tarde o a veces lo entendemos solo en las necesidades; hagamos que el amor de nuestras madres siempre esté presente en nuestras vidas; que el día 10 de mayo sea un día permanente durante el año, y que ese amor que nuestras madres nos han dado lo sepamos aquilatar y sepamos responder con el mismo amor a quienes nos han dado la vida.
En su visita a México, el Papa Francisco delante de la imagen de la Virgen de Guadalupe, menciono un bello himno litúrgico, que muy bien queda para este día 10 de mayo:
Mirarte simplemente, Madre, dejar abierta solo la mirada; mirarte toda sin decirte nada, decirte todo, mudo y reverente. No perturbar el viento de tu frente; solo acunar mi soledad violada, en tus ojos de Madre enamorada y en tu nido de tierra trasparente. Las horas se desploman; sacudidos, muerden los hombres necios la basura de la vida y de la muerte, con sus ruidos. Mirarte, Madre; contemplarte apenas, el corazón callado en tu ternura, en tu casto silencio de azucenas ‹‹ ¡Felicidades Mamá!