Es obvio que el Estado mexicano no tiene lo segundo. Nunca lo ha tenido. Por muy buenas razones, que respaldo por completo, desde los años 30, el Estado mexicano no cuenta con un ejército o una marina o una policía federal capaz de reprimir con calidad. No es lo suyo. Enhorabuena. Solo nos faltaba, además de todos nuestros problemas, contar con fuerzas de seguridad tan bien preparadas, armadas, formadas, con tanto espíritu de cuerpo y de orgullo profesional, que en distintos momentos de los últimos momentos de los 50 o 60 años, se hubieran visto tentadas de tomar el poder. En su sabiduría intuitiva, el viejo sistema político del PRI supo siempre mantener divididas, debilitadas, pobres y carentes de una estructura moderna, a las fuerzas de seguridad del país.