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Ayer la medición cotidiana que lleva a cabo Real Clear Politics sobre el promedio de encuestas de intención electoral en EU arrojó la brecha más pequeña a favor de Clinton sobre Trump en un par de meses: 1.8%. RCP no siempre establece una diferencia entre la calidad de distintas encuestas ni sobre los distintos grados … Leer más

15 de septiembre 2016

Ayer la medición cotidiana que lleva a cabo Real Clear Politics sobre el promedio de encuestas de intención electoral en EU arrojó la brecha más pequeña a favor de Clinton sobre Trump en un par de meses: 1.8%. RCP no siempre establece una diferencia entre la calidad de distintas encuestas ni sobre los distintos grados de impacto mediático que cada una de ellas tiene, pero en términos generales es la mejor medición que existe en EU. Gracias a eso sabemos que hay un serio riesgo de que Trump pueda ganar la elección.

Si la brecha entre Clinton y Trump fuera aún de 4-5 puntos, ella se encontraría a salvo de uno de los posibles imprevistos que pueden suceder: una enfermedad más grave que la que ya padece ella, un atentado terrorista en EU o en Europa, un descalabro de Clinton en uno de los debates, o un nuevo escándalo de corrupción o encubrimiento por parte de la candidata demócrata. Con la elección prácticamente empatada, sería altamente improbable que ella pudiera sobrevivir a cualquiera de estos acontecimientos imprevisibles, pero no imposibles. Para todos fines prácticos, el resultado de la elección ya está en el aire.

Hace exactamente un año empecé a alegar que la candidatura de Trump no sólo era viable, sino que podía ser el próximo presidente de los EU. Lo hice a tal grado en lo referente a que alcanzaría la postulación republicana que gané varias apuestas al respecto. No le apostaría hoy a Trump pero…

Asimismo, he insistido que no podía descartarse la posibilidad de que ganara en noviembre. Huelga decir que ni las autoridades mexicanas, ni la comentocracia, ni buena parte de la academia, atendieron las advertencias que varios -no tantos- hicimos en estos meses.

Esto no significa que la absurda decisión de invitar a Trump a México deba verse bajo una luz diferente. Fue un error monumental cualquiera que sea el resultado de la elección. Porque no sólo hicimos el ridículo ante el mundo; no sólo nos enemistamos con el propio Trump al violar, según él, el acuerdo que había de no hablar de quién iba a pagar el muro; sino que su viaje a México parece haber sido el punto de partida de su re-despegue en las intenciones electorales.

Hoy ya no hay nada que hacer para evitar su triunfo, si eso es lo que está escrito. Lo que sí se puede hacer desde ahora, es arrancar un proceso de discusión en México, de consulta por parte del gobierno y de información sobre las posibles consecuencias de una victoria de Trump en noviembre. El error de Peña no fue adelantarse a los hechos sino adelantarse mal. Ojalá no se cometa ahora el error opuesto.

Por: Jorge G. Castañeda

 

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