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El pasado miércoles 14 de septiembre en el antiguo edificio del Portal del Diezmo, se presentó el libro denominado “San Juan del Río, Zona de Monumentos Históricos”, mismo que corresponde a una colección de textos de divulgación que se realiza por parte de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la República a través del … Leer más

18 de septiembre 2016

El pasado miércoles 14 de septiembre en el antiguo edificio del Portal del Diezmo, se presentó el libro denominado “San Juan del Río, Zona de Monumentos Históricos”, mismo que corresponde a una colección de textos de divulgación que se realiza por parte de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la República a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia. Dicho libro contempla una serie de elementos que nos lleva a conocer el patrimonio de los sanjuanenses, pero no solo el patrimonio arquitectónico, sino también el patrimonio inmaterial que conforma el centro de nuestra ciudad.

Los comentarios finales del mencionado libro corrieron a cargo del Lic. Manuel Suárez Muñoz, quien fuera Presidente Municipal de San Juan del Río allá por los años sesentas del siglo pasado y que gracias a él se crearon los Juegos Florales de San Juan del Río, el principal evento cultural de la ciudad y probablemente del Estado en materia literaria.

Dentro de las colaboraciones que se tienen en el libro, destaca la parte final en donde se mencionan a algunos personajes de la ciudad y la visita que la autora hace a algunas casonas del centro de la ciudad, entre ellas las del Doctor Agustín Ruiz Olloqui, de quien el Lic. Suárez Muñoz hizo referencia en su alocución. Además a varios de los presentes se nos entregó una copia fotostática de la biografía de tan ilustre sanjuanense, quien, aunque no nació aquí, desarrolló toda su actividad en esta ciudad.

Quiero transcribir parte de esa biografía para dar a conocer un poco de la obra del doctor Ruiz Olloqui.

El doctor Agustín Ruiz Olloqui Rangel, nació en Huichapan, población del antiguo Estado de México (hoy Hidalgo), el 30 de enero de 1835. Fueron sus padres el señor Lic. Don Joaquín Ruiz de Olloqui, doctor en ambos derecho, y magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y la señora Dolores Rangel. Se ve desde luego que su cuna se meció en un hogar de nombradía. Comienza sus estudios secundarios hacia el año de 1846 en el antiguo Colegio de San Ildefonso (que luego fue la Escuela Nacional Preparatoria); después continúa en el Colegio de San Juan de Letrán, y para seguir sus estudios profesionales pasó a la Escuela Nacional de Medicina; en todos sus cursos se distinguió por su aplicación y aprovechamiento. Por último, en 1860 sustentó su examen profesional, habiendo obtenido la unanimidad de votos a favor.

Durante el curso de su carrera perteneció al Cuerpo Médico Militar con el grado de capitán. En 1863 prestó gratuitamente sus servicios profesionales en la división al mando del General Porfirio Díaz, precisamente cuando la epidemia de tifo diezmaba sus tropas. Estos servicios, prestados sin remuneración alguna, en una epidemia en el que el contagio era inminente, y cuando el personal sanitario era escasísimo, constituyen méritos que más tarde tendrían que ser reconocidos y premiados.

En pleno 1867 durante el sitio de Querétaro, fue nombrado director de un hospital de sangre. Luego cuando el general Díaz subió al poder, el doctor Olloqui fue varias veces Diputado suplente y propietario, así como Senador suplente, en las cámaras legislativas, siendo al venir su muerte Senador suplente.

En diversas ocasiones sirvió como Prefecto político de San Juan del Río, y estando en ese puesto despachando en su lecho, dejó de existir. Fue médico de la fábrica de Hércules en Querétaro; del Hospital Municipal de San Juan del Río y del Ferrocarril Central durante 23 años.

La Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística lo nombró como su socio el 7 de octubre de 1864. Como recompensa a su comportamiento durante el sitio de Querétaro, Maximiliano lo condecoró el 12 de mayo con la Cruz de Caballero de la Orden de Guadalupe. El 22 de febrero de 1872, fue nombrado socio de la Sociedad Mexicana de Historia Natural. Su vida social fue bien estimada y su moralidad intachable.

Por lo expuesto, vemos que durante su existencia no permaneció como muchos, entregado al egoísmo y al bienestar personal; el doctor Olloqui hizo derroche de sus servicios humanitarios precisamente cuando las circunstancias apremiantes exigían esos servicios, prestados con desinterés, con benevolencia, con abnegación; el pobre soltado que cae bajo el choque de la metralla, en su dolor, al perder la vida, en su miseria, en su abandono casi siempre, vuelve sus velados ojos hacia el médico que le restaña la sangre de su herida, escucha las palabras de consuelo, y gusta el agua que apaga la sed de su fiebre.

El doctor Agustín Ruiz Olloqui, fallece el viernes 9 de septiembre de 1904 a las 3:20 de la tarde en San Juan del Río. Sus restos permanecen enterrados en la Parroquia de San Juan Bautista. Una calle del centro de la ciudad, en donde se encuentra su bella casa lleva el nombre de este insigne sanjuanense.

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