Para la literatura latinoamericana de fines de los años cincuenta, Juan Carlos Onetti representó el parte oscuro de los escritores y se opuso a la prosa narrativa con más fuerza en la zona del Río de la Plata: el ‘criollismo’ o ‘regionalismo’; como Roberto Artl, su visión fue de lo viejo, de lo urbano, del deterioro y de la negatividad. Resulta curioso que alguna vez fuera, como lo llamó Villoro, vendedor de ilusiones y dejara notas de las hazañas del futbol uruguayo en el libro ‘Cartas a un joven escritor’ -correspondencias con Julio E. Payró- donde escribió: “Frente a mí, el pueblo; encima mío, el orgulloso mástil donde flameara la insignia de la historia, las gloriosas tardes de 4 a 0, 4 a 2 y 3 a 1, la gloria entre aullidos, sombreros, botellas y naranjas”.