Desde la época prehispánica, hace unos tres mil años, los indígenas rendían culto a la muerte y la concebían como una dualidad de la vida, parte del ciclo de la naturaleza. Se origina en la época de los indígenas de Mesoamérica (aztecas, mayas, purépechas, nahuas y totonacas), pueblos guerreros que conservaban los cráneos como trofeos y los mostraban durante los rituales simbolizando la muerte y el renacimiento.