El día de hoy concluye para la Iglesia católica en sus diferentes diócesis alrededor del mundo el Año Santo Extraordinario, año convocado por el Papa Francisco y que fue un momento de oportunidad para tratar un tema que se encuentra por mucho alejado de la sociedad y que es el tema de la misericordia.
En esta sociedad de desquites, en esta sociedad donde lo importante es lo que se tiene y no lo que se puede dar, en esta sociedad en donde tú vales por tu dinero y no por lo que puedes hacer en beneficio de los demás, es donde surge el tema de la misericordia como una llamada de atención para todos los seres humanos, una llamada que no solo es para los católicos del mundo, sino para todas las personas de buena voluntad que pueden hacer mucho en beneficio de sus semejantes.
La misericordia vino a ser en este año uno de los temas más importantes de la humanidad, uno de los temas que se debe de tener en consideración permanentemente y uno de los temas que se debe de actuar de manera constante.
Uno de los elementos más importantes del Año Santo fue la obtención de la indulgencia plenaria, una situación que en años anteriores se dio al lucro y a situaciones oscuras dentro de la Iglesia, que incluso ocasionó que hace cerca de 500 años se diera la reforma protestante por parte del monje agustino Martín Lutero en la Alemania del rey Carlos V.
Ahora la indulgencia consistió más en elementos espirituales y elementos de atención al prójimo, elementos que se combinaron con la antigua tradición de las peregrinaciones y de un símbolo muy propio de los Años Santos, que son el cruzar por la Puerta Santa.
Este símbolo en este año, y por disposición del Papa, tomó un sentido muy especial, ya que en anteriores Años Santos solo existía la Puerta Santa en las basílicas patriarcales en la ciudad del Vaticano y algunas Puertas Santas que se habían otorgado por concesión de acuerdo a algunas situaciones, como es el caso de la Puerta Santa de Santiago de Compostela (en España), que se abre solo durante el año Xacobeo.
Comentaba que este año fue diferente y ahora el Papa dispuso que en cada Catedral de todas la Diócesis existiera una Puerta Santa, y en los lugares donde los obispos dispusieran, como son en los santuarios, que existan en las diócesis o algunos otros lugares de importancia para los fieles o para realizar obras de misericordia como los hospitales, las cárceles y algunos otros lugares.
En el caso de la Diócesis de Querétaro, aparte de la Santa Iglesia Catedral, se ha designado a todos los Santuarios de la Diócesis, algunos templos parroquiales, como el de Jalpan de Serra y el de Santa Rosa Jáuregui, algunos templos expiatorios y las capillas de los Ceresos del estado. En lo particular, y como punto relevante en San Juan del Río, el Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Guadalupe tuvo la fortuna de recibir la oportunidad de tener una Puerta Santa, que fue la puerta principal de este hermoso lugar. Independientemente de la relevancia religiosa, este hecho viene a constituir un elemento histórico que se agrega a la larga lista de acontecimientos que se han vivido en el templo más querido para los sanjuanenses.
La Puerta Santa sanjuanense ha sido la entrada a las grandes ceremonias que han vivido los habitantes de esta ciudad, tanto religiosos como sociales; ha sido la entrada a personalidades, pero también ha sido la entrada para despedir a nuestros seres queridos. La Puerta Santa sanjuanense se agrega a la historia de la Iglesia en San Juan del Río y a las del mundo entero. Esperemos que ojalá se ponga un recuerdo de este hecho histórico y que perpetúe este acontecimiento en la memoria del pueblo sanjuanense.
Concluyo esta pequeña colaboración con una de las reflexiones del Papa Francisco para este Año Jubilar: “En este Jubileo, dejémonos sorprender por Dios. Él nunca se cansa de destrabar la puerta de su corazón para repetir que nos ama y quiere compartir con nosotros su vida.”