La noche del pasado viernes 25 de noviembre falleció Fidel Alejandro Castro Ruiz, un líder del siglo 20 que fue capaz de cambiar la historia de su país derrocando el gobierno de Batista. Fue en México donde planeó el abordaje en conjunto con otro líder, el ‘Che’ Guevara; juntos escribirían una de las páginas que … Leer más
La noche del pasado viernes 25 de noviembre falleció Fidel Alejandro Castro Ruiz, un líder del siglo 20 que fue capaz de cambiar la historia de su país derrocando el gobierno de Batista. Fue en México donde planeó el abordaje en conjunto con otro líder, el ‘Che’ Guevara; juntos escribirían una de las páginas que desafiarían al mundo de la Revolución Industrial y de la posguerra.
Los legados de Castro, como todo dictador, son contrastantes. Se estima que una cuarta parte de la población del país vive fuera de Cuba; la industria azucarera, que era la base de la economía hasta los años 50, fue convirtiéndose en un fantasma, como suele suceder con los regímenes comunistas, y el resto de las industrias, como la del turismo o los puros, corrieron la misma suerte. Sin embargo, a pesar de las torturas, del estado de pobreza y marginación en el que vive la mayoría de la población, la educación es una de las herencias que deja, tras más de 50 años de haber negado su libertad a quienes paradójicamente, según él, había liberado.
El gran legado de Castro fue haber desafiado la hegemonía capitalista de los Estados Unidos de Norteamérica. El capítulo que provoca la decisión de Kennedy de boicotear económicamente a Cuba, quizás sea el legado de mayor relevancia y de consecuencias inconmensurables para tres o cuatro generaciones de hermanos cubanos.
Haberse convertido en enemigo de la primera potencia del mundo y teniéndola tan cerca, trajo el aislamiento económico de su país, en medio de la globalización y de la era de la tecnología. Un desafío que tendría otro valor de no haberse aliado con el enemigo de la posguerra de los EE.UU., la Unión Soviética. Castro jamás imaginó que su gran aliado terminaría por abandonarlo. ¿Cuál es el saldo de sus obsesiones? ¿Estaría mejor Cuba sin haberle tenido en el poder más de 50 años?
La Cuba sin Castro
Los escenarios que se presentan ante su partida, primero que nada, es la posible transformación política. Luego de que en 2006 prácticamente deja el poder, pero en manos de su hermano, Castro aseguró al menos llegar a su muerte con todos los privilegios de los que se hizo como dictador. El escenario es que Raúl Castro tiene prometido dejar el poder en 2018 para pasar el mando a una generación más joven. El mejor colocado para la sucesión es el vicepresidente primero del Gobierno, quien es dirigente del Partido Comunista, Miguel Díaz Canel. Sin embargo, es muy probable que se desate una lucha de poder en la que, tanto los militares como la vieja guardia del partido, pueden proponer otros nombres más acordes con sus intereses. El riesgo de una revolución parecida a la mexicana está latente. ¿Cómo bajarse del poder en paz y convocar a elecciones luego de una dictadura de estas características?
Uno de los elementos que se deben tener en consideración es que Cuba es en gran medida un país de privilegios, en la que toda una tribu de burócratas de empresas públicas y del propio Partido Comunista han apostado su pasado y su futuro para conservar sus prerrogativas sin los Castro y, claro, al mantenimiento del statu quo que les favorece. Y he ahí el mayor obstáculo para el avance de toda reforma económica y política que se quisiera diseñar. Dada la forma en que se operó durante tantos años en un país aislado por el mar, la oposición no vive, no existe como tal en Cuba y la que pueda existir esta fragmentada y es poco probable que se desate un movimiento que impida a los Castro continuar imponiendo su voluntad.
Venezuela, hasta hace dos años, proporcionaba a Cuba más de 100 mil barriles diarios de petróleo a precios no subsidiados, lo que le sigue, lo que además le permitió a Castro revender 20 por ciento y obtener así más de 700 millones de dólares. La situación económica de Venezuela es delicada y es probable que estas ayudas disminuyan o desaparezcan. Castro ha intentado ampliar sus relaciones comerciales con China, Rusia, Canadá y, en especial, con España. Sin embargo, ninguna de estas naciones hará algo, sin dejar de observar la geopolítica en la que esta inmersa Cuba, que nos incluye a nosotros, también, como su natural vecino.
Cuba sin Fidel Castro continuará enfrentando el reto que ha dejado su principal legado: una economía aislada y muy débil, lo que hace probable que, al menos en el corto plazo, las cosas no serán muy distintas de lo que venían siendo desde su retiro, hace 10 años. Los 11 millones de habitantes esperaban este fallecimiento, por mucho que represente hacia el exterior un aparente un punto de inflexión, Castro previó con inteligencia perpetuar a su familia en el poder, al menos por algún tiempo.
Sin embargo, justamente, la partida del líder hace muy probable una lucha por el poder y con ello una división hasta de sus mismos seguidores; por una parte y por la otra, ese desafío y postura beligerante contra EE.UU., que fue su obsesión y su moneda política ante el pueblo cubano, en el escenario que Obama provocó durante su gestión, haga que las medidas radicales que prevalecieron del embargo económico hacia Cuba, pronto desaparezcan. Un cambio radical en este sentido traería la presencia de la democracia y quizás, solo quizás, una transición pacífica del poder.
El comunismo ha mostrado ya su ineficacia. No puedes tener al hombre controlado en un puño, tarde o temprano el gran regalo que Dios nos dio se impondrá: la libertad.