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El pensador inglés Jeremy Bentham (1748-1832), autor del utilitarismo y de la deontología, preveía en sus razonamientos, lo que se podría definir como una sociedad panóptica. Como aquella que estaría vigilada por sus propios ciudadanos, propuesta hecha en un contexto tecnológico y económico radicalmentedistinto al que nos ha tocado al inicio del siglo 21. El … Leer más

5 de diciembre 2016

El pensador inglés Jeremy Bentham (1748-1832), autor del utilitarismo y de la deontología, preveía en sus razonamientos, lo que se podría definir como una sociedad panóptica. Como aquella que estaría vigilada por sus propios ciudadanos, propuesta hecha en un contexto tecnológico y económico radicalmentedistinto al que nos ha tocado al inicio del siglo 21. El proyecto que lleva estas consideraciones fue la propuesta que hizo de una cárcel en forma de circunferencia, en donde unos cuantos guardias podrían vigilar a una importante cantidad de presos, pero con una característica que hizo de aquella idea el nacimiento de la panóptica, el habilitar a la autoridad de ver, sin ser vistos.

En contraste con las cárceles que antecedieron a los tiempos de Bentham que eran unas mazmorras, sin la más mínima existencia del respeto a los derechos humanos y en condiciones infrahumanas que evitaban cualquier posibilidad de reintegración social; este modelo permitiría observar el comportamiento y la evolución a cada preso, sus conductas y sus hábitos en las distintas actividades que les serían destinadas, así como en sus relaciones con las autoridades y sus compañeros de prisión. Y mas allá detectar conductas indeseables antes de ser cometidas.

La tecnología entonces avanzaba, apenas aparecían retos como el de la máquina de vapor o los primeros avances del ferrocarril o los que llevarían al descubrimiento de la luz eléctrica o al teléfono, más en el contexto en que Bentham vivió ni por asomo se podría pensar en su uso masivo o enlos automóviles o en el Titanic y menos en las plantas armadoras que harían posible la producción de las primeras armas de repetición. Iniciaba la revolución industrial. Las computadoras y los satélites no existían ni en las mentes mas creativas de aquel momento.

La visión de este pensador, basada en las primeras democracias de sociedades civiles, no precisaba cómo sería esta nueva parte de la historia de la humanidad, que en 200 años, migraría del absolutismo a la ciudadanización, a una sociedad vigilada.

Los sistemas de inteligencia de países como Inglaterra, Francia, USA o Canadá iniciaron una transformación mercantil y logística basados en las capacidades de registro y de rastreo con el uso masivo del código de barras, lo que ha permitido tener controles de mercancías que ni en el más imaginativo del inicio de la revolución industrial, pudo imaginar. El punto está en que ahora los seres humanos nos hemos convertido en un número. Tal como sucede con un frasco de mayonesa o de chiles jalapeños enlatados que compramos en un supermercado, hoy el SAT, el INE, la SEP, el IMSS o la Sedena tienen registrado nuestro nombre, fecha de nacimiento, padres, domicilio, nuestros ingresos, actividades que desarrollamos, nivel educativo y hasta en qué gastamos nuestro dinero y en dónde. Así, tal como ocurre con el frasco y la lata que son codificadas en la línea de producción y con ello es posible rastrear hasta a que domicilio va a parar, nosotros igual, en el Registro Civil nos ponen nuestro código de barras y de ahí en adelante nadie se le escapa al sistema.

La inteligencia desde aquellas épocas de Bentham, e inclusive desde antes, tiene que ver con observar al enemigo. Célebres son las historias de espías que lograban obtener información de la parte enemiga. En el siglo 21, el problema es que el enemigo puede estar en cualquier lugar, incluido el mundo cibernético. Ante estos retos, los países ricos iniciaron hacia finales del siglo pasado, el uso el uso de cámaras en todas partes, no solo en lugares públicos, sino hasta en lugares privados, cuando se trata de una actividad de espionaje, a las se ha venido sumando el control fiscal, el bancario, de tarjetas de crédito, de los sistemas de cómputo y de la telefonía celular. Hoy en Suiza hay una cámara por cada 14 habitantes y tienen el objetivo de tener a la brevedad una por cada cinco.

¿Qué representa lo anterior en términos de la convivencia de una sociedad civilizada?

Las sociedades civiles parten del principio de los contratos sociales planteados por Jean Jacques Rousseau, en donde cada miembro de la sociedad, de manera libre y soberana, decide sacrificar parte de sus intereses con tal de obtener una serie de garantías por parte de sociedad a la cual pertenece. Bajo esta premisa, han nacido las repúblicas democráticas que hoy predominan en el mundo, sin dejar de ver que millones de personas viven bajo sistemas comunistas o socialistas. En cualquiera de los casos, lo que está de por medio es el regalo que Dios nos ha dado: la libertad.

Los sistemas de inteligencia del siglo 21 que evolucionan hacia lo propongo definir como ‘total humanlife trace and tracking’, permiten que hoy, no el futuro, se pueda localizar a una persona que cometió una infracción de tránsito en Suiza, en México. Los acuerdos de colaboración en seguridad están orientados a que una vez que tienes la identidad de alguien, por más complejo que parezca, hace cada vez más difícil que alguien se pueda fugar sin ser observado por estos nuevos sistemas. Cada vez que empleamos una tarjeta de crédito, nuestro teléfono, tomamos fotos con el celular, el Internet, nuestra computadora o que ‘mailiamos’, dejamos un rastro y si los sistemas han demostrado lo vulnerables que son, ello se traduce en que si la inteligencia internacional quisiera dar con alguien, lo encuentra.

Una sociedad vigilada por ciudadanos es hacia lo que estamos tendiendo: a una cárcel global, en donde todos somos rastreables, observables y previsibles, recordemos la premisa del autor: sin que podamos ver quién nos está observando. Estos sistemas hacen posible capturar a un terrorista antes de que cometa un ataque o a un estafador antes de cometer una fraude, pero también inculpar a alguien de algo que no hizo o borrarlo del sistema. La cuestión es: ¿quién vigila al que maneja el sistema?.

El desafío es si la otra parte que el autor despreció, la moral, pueda ser el contrapeso que haga a la humanidad vivir en paz, pero para ello se requirieren de nuevos contratos sociales; no solo se trata de que me das a cambio, de lo que es bueno para cada quien, sino de qué hacemos todas y todos por colaborar por esa paz. La paz no es gratis.

Es una mentira que nos saben en donde están Duarte o Moreira o Caro Quintero y las fortunas de las que se hicieron ¿O no, Sr. Videgaray o su sustituto? ¿O no, Sr. Osorio Chong?

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