La defensa situacional de los intereses de las naciones ante un contexto como el que se presenta en el siglo 21, se explica con lo expuesto por Keohane y Nye en el concepto que propusieron hace mas de tres décadas, la ‘interdependencia compleja’. Concepto que define en esta nueva era de la globalización y la … Leer más
La defensa situacional de los intereses de las naciones ante un contexto como el que se presenta en el siglo 21, se explica con lo expuesto por Keohane y Nye en el concepto que propusieron hace mas de tres décadas, la ‘interdependencia compleja’. Concepto que define en esta nueva era de la globalización y la intercomunicación masiva, que los estados intentan defender su territorio y sus intereses ante situaciones que implican a un número determinado de naciones en el que, múltiples canales de contacto conectan a las sociedades, esto es: los estados no pueden monopolizar estos contactos y jerarquías entre los mismos, como prevalecía hasta la Guerra Fría. De tal forma, que hoy las fuerzas militares no son empleadas para combatir a otros gobiernos, sino para combatir las nuevas amenazas que han surgido en el nuevo siglo: el tráfico ilegal de drogas, de armas, de dinero, de propiedad intelectual y de personas.
El pasado 20 de enero, el nuevo presidente de los Estados Unidos de Norteamérica en su discurso de toma de posesión estableció que la prioridad y la política suprema de su gobierno va a ser defender los intereses de esa nación y punto. Destcó de su discurso los siguientes fragmentos:
“…Washington floreció, pero el pueblo no se benefició de esa riqueza.Los políticos prosperaron, pero los empleos desaparecieron, y las fábricas cerraron…y la delincuencia, las pandillas y las drogas que han robado demasiadas vidas y le han robado a nuestro país tanto potencial desaprovechado… Esta masacre estadounidense termina aquí y ahora…Primero los Estados Unidos…Hemos hecho ricos a otros países mientras que la riqueza, la fuerza y la confianza de nuestro país ha desaparecido en el horizonte…”
No perdió tiempo y rápidamente empezó a repartir ‘trumpadas’ y en ese contexto, legitimar sus actos dando cumplimiento a sus promesas de campaña. De entrada dio la orden de congelar y luego desaparecer uno de los legados de su antecesor, el programa ‘Obamacare’, luego confirma el retiro de EE.UU. del Tratado Transpacífico y anunció la renegociación del Tratado de Libre Comercio con México y Canadá, aclarando que si no obtienen beneficios para su país, entonces se escindirá, y a lo anterior se suman las amenazas a Ford y General Motors. Estas, entre otras, son las ‘trumpadas’ con las que arranca su mandato.
Pareciera que sigue en campaña. Ni será el primero, ni el último de los políticos que una vez conquistada una elección, debe reflexionar sobre sus decisiones y las implicaciones que estas tienen. Desmantelar el ‘Obamacare’ es dejar desamparados a millones de los que dijo que iba a defender. Los servicios de salud en EE.UU. no son accesibles a 30 por ciento de la población. Ese programa buscó la forma de ampliar el acceso a las mismas personas que votaron por él y que se encuentran en condiciones de pobreza. Seguramente lo va a sustituir, si es que pretende mantener el espíritu patriotero de su discurso.
El aislacionismo puede resultar una política que coloque a EE.UU. en condiciones de competencia, por lo menos, delicadas, con respecto de las potencias económicas del mundo de hoy: China y la comunidad europea. La economía es como una serpentina. Se van sucediendo cambios y por momentos hay una regresión, no al punto original, pero sí un ajuste regresivo. La globalización, que se inició en la década de los 60, ha generado un nuevo mundo en las transacciones entre las naciones y las personas, llegando a ser lo suficientemente invasiva como para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres, y a que los ricos se beneficien de los costos de producción mas baratos de los pobres y en consecuencia, tener mejores márgenes de utilidad. El que se deban tomar medidas que ajusten la apertura y liberación de mercados es parte de la serpentina de la economía mundial. Mas no será posible regresar al punto de origen, al paternalismo, se podrán hacer ajustes que privilegien a la demanda interna de las naciones, sí, pero la globalización y la sociedad interconectada son fenómenos que llegaron para quedarse y forman parte ya de la evolución de la humanidad en el siglo 21.
Las condiciones asimétricas que han prevalecido entre México y EE.UU. desde el siglo 19 le han permitido al nuevo mandatario agredir de distintas formas a nuestro país, faltándole al respeto a lo mas importante que pueda existir en las relaciones bilaterales: el factor humano. Pareciera ser un personaje extraído del pasado y de pronto colocado en el futuro. Pareciera haber perdido la memoria. Se le olvida, como dijera el gran Javier Solís, que cientos de empresas norteamericanas lograron su expansión y el colonizando tecnológicamente a decenas de naciones pobres, invadiéndolas con sus productos y contaminándolas, prestándoles dinero para hacerles dependientes financieramente y generar un montonal de riqueza que se han llevado a su país.
Ese país que le parece poca cosa y al que quisiera borrar del mapa, E.EUU. le ha ocasionado daños irreversibles. Entre otros, depender de un manto petrolero que ellos mismos se empeñaron en que México explotara. Crearon condiciones para que les abasteciéramos un producto que no tiene reemplazo y, a cambio de ello, nos invadieron con miles de productos derivados del petróleo, con valor agregado que ha llenado de riqueza a miles de empresas norteamericanas.
Ese país al que desprecia, hoy suministra millones de manos que hacen más eficientes y rentables los procesos de producción de sus productos y servicios. Como dijo Fox: “Hacen el trabajo que ni los negros quieren hacer”. Ese país ha padecido una guerra, con pérdida irreparable de miles vidas humanas y un conjunto de conflictos que han puesto en peligro su orden social, por culpa de una sociedad drogadicta a la que él pertenece y que no hace nada, ni siquiera por evitar el tráfico de armas. No salga con la vacilada de que estos se terminan por que tomó posesión.
Las relaciones bilaterales, en el contexto de la interdependencia del siglo 21, exigen una visión regional de las problemáticas que vinculan a ambos países; para empezar, las que tienen que ver con la seguridad. No solo es un asunto de empleos y de acciones en Wall Street. Hay más variables y vínculos que se le olvidan. Pero si quiere ‘trumpadas’, ya nos somos aquel país de ignorantes que se dejaba manipular. Ya no somos aquel país al que le pudieron comprar y arrebatar la mitad de su territorio. Ya nos somos aquel país que lo único que podía exportar era una materia prima sin valor agregado. ¿Qué tal que los que salen del TLC somos nosotros? ¿Qué tal que dejamos de consumir productos gringos y de comprar en Wal Mart, Costco o el Sam´s? ¿Qué tal que les ponemos una visa? ¿Qué tal que hacemos una alianza económica-financiera-tecnológica con Canadá o Alemania o, mejor aún, con China o Rusia?
Las y los mexicanos somos buenos para el trompo y sabremos defendernos de las ‘trumpadas’, pese al desafortunado nombramiento del nuevo canciller que el presidente Peña hizo en días pasados.