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El muy ilustre señor Canónigo, licenciado don Jorge Martínez Martínez, nace en esta hermosa ciudad de San Juan del Río el día 3 de septiembre de 1929, siendo sus padres Don Juan Martínez Cortés y Doña Inocente Martínez Guzmán. A los 10 años abandona la casa paterna para ingresar en la Escuela Apostólica y de … Leer más

19 de marzo 2017

El muy ilustre señor Canónigo, licenciado don Jorge Martínez Martínez, nace en esta hermosa ciudad de San Juan del Río el día 3 de septiembre de 1929, siendo sus padres Don Juan Martínez Cortés y Doña Inocente Martínez Guzmán. A los 10 años abandona la casa paterna para ingresar en la Escuela Apostólica y de ahí al Seminario Conciliar de la Diócesis de Querétaro.

Por su timbrada voz, a los 17 años pasa a formar parte del Coro de la Catedral de Querétaro, al tiempo que realizaba sus estudios eclesiásticos, mismos que, al momento de concluir, el Obispo Marciano Tinajero y Estrada lo envía a Roma, donde fue admitido en el Colegio Pío Latinoamericano, pasando luego a estudiar en la renombrada Pontificia Universidad Gregoriana.

En 1953 recibe las órdenes de subdiaconado y de diaconado y, en la Solemnidad de la Pascua de 1954, recibe la ordenación sacerdotal en la Capilla del Colegio Pío Latinoamericano, celebrando su primera misa al día siguiente en el altar de las reliquias del pesebre del Niño Dios, en la Basílica de Santa María, la mayor en la Ciudad Eterna.

Acorde a sus aspiraciones, partió a Tierra Santa a fin de profundizar sus estudios sobre las sagradas escrituras en el Instituto Bíblico de Palestina, donde, con la tesis ‘Estudio sobre la Filiación Divina a la Luz del Evangelio’, obtiene el título de licenciado en Ciencias Bíblicas.

Para el año de 1957, el señor Obispo Tinajero lo nombra Mansionario o Prebendado de la Santa Iglesia Catedral (estando todavía en Roma), y le da al mismo tiempo el título de director de cantores de los infantes de la Catedral queretana.

Ya estando de regreso en la tierra mexicana, el Excelentísimo señor Obispo, don Alfonso Toriz Cobián, lo nombra Canónigo Honorario de la Santa Iglesia Catedral de Querétaro, tomando posesión de su asiento en el coro de los Canónigos el día 25 de septiembre de 1966.

Monseñor Martínez fue un eminente políglota, ya que dominaba con soltura y escribía el griego, el latín, el hebreo, el alemán, el francés, el italiano y, desde luego, el español. Con sus grandes cualidades comenzó a proyectarse en la sociedad queretana con tanto acierto que se ganó el respeto y el cariño de cuantos le trataban, independientemente del estrato socioeconómico del que provinieran, pues veía como iguales a todos los seres que se acercaban a él.

Fue por muchos años maestro del Seminario Conciliar. Capellán del Heroico Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Querétaro, Juez Prosinodal de la Diócesis de Querétaro, además de que se hizo cargo de la atención espiritual de las religiosas que atienden a los niños de la casa de cuna. Fue asesor del Club Serra, que promueve las vocaciones sacerdotales y misioneras. También fue director de las Damas Vicentinas; así mismo, fue impulsor en la Diócesis del Movimiento Familiar Cristiano, Cursillos de la Cristiandad y Familia Educadora de la Fe. Mención especial merece su gran apoyo al grupo de la Adoración Nocturna.

Gracias a su generosa y desinteresada ayuda, el día 30 de abril de 1994 se realizó la primera Procesión Eucarística por el centro de las calles de la ciudad de Querétaro, después de muchos años de no realizarse debido a las prohibiciones que regían a nuestra patria en materia de libertad de cultos.

Por espacio de 12 años, Monseñor Martínez impartió clases de idiomas en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). Para 1981 estuvo de encargado de la Parroquia de San Juan Bautista en la ciudad de San Juan del Río (entre el período del padre Luis Landaverde y el padre Francisco Herrera). Su última labor que desempeñó fue la de ser Párroco en uno de los lugares más humildes de la Diócesis de Querétaro: en Santa María Magdalena, en donde permaneció por más de 20 años.

El día 5 de diciembre de 2003, tras una penosa enfermedad, fue llamado a la Casa del Padre. Su funeral fue presidido por el Obispo de la Diócesis de Querétaro, Monseñor Mario de Gasperín. El ayuntamiento de Querétaro, años más tarde, le hizo un reconocimiento en el día del aniversario de la fundación de la capital del estado.

Actualmente, sus restos se encuentran en la cripta de la Catedral de Querétaro.

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