Aquí un par de sugerencias conductistas para acompañar la transformación del/a menor y los sistemas que lo rodean (escuela, casa, familia, sociedad). Para iniciar, crea espacios familiares de convivencia comunitaria como desayunos, comidas o cenas que generen tiempo de calidad para platicar con él o ella antes de irte a la cama, esto ayudará a mantener el contacto y la comunicación con el o la adolescente. Organiza reuniones donde incluyas algún/a amigo/a, novia/o y/o allegado que te permita conocer, saber o descubrir cuáles son los temas más frecuentes que vive su entorno. Respeta el ritmo de crecimiento (desarrollo) de cada joven con paciencia, apertura y disposición al cambio, creando nuevos mecanismos para relacionarse. Es posible que el/la joven sea reactivo/a, agresivo/a y este la mayor parte del tiempo molesto/a en su diálogo hacia ti, es normal. El problema no eres tú, créeme, es todo lo que reflejas tú en el/a adolescente. Reconócele su independencia y establece nuevas reglas acorde a su edad. Apláudele las acciones y conductas positivas y señálale de forma objetiva sus conductas negativas, inapropiadas o indeseadas sin discutir. Brinda y comparte “el primer aviso”, posteriormente “la segunda llamada” y avísale que la siguiente llamada de atención, será con la puesta en práctica del castigo acordado. Esto ayudará a incorporar la responsabilidad de las consecuencias producidas por sus conductas que ejerce.