Tendemos a clasificar generaciones para entender rasgos característicos: tradicionalistas, ‘baby boomers’, generación X, ‘millennials’ y ahora ‘centennials’. Dentro del área educativa, semestre a semestre, año tras año, recibimos dentro del aula a jóvenes con inquietudes y necesidades diferentes. Estamos en transición entre ‘millennials’ y ‘centennials’, la presión que tienen como estudiantes y profesionistas es quitarse estereotipos de encima y la necesidad autoimpuesta de posicionarse en un lugar que impacte en este mundo.
La competencia en conocimiento con generaciones de mayor experiencia es mediante otros medios, como internet. Me da la impresión de ser como del Viejo Oeste; uno saca más rápido la respuesta. En muchas ocasiones sí la tienen, no de la misma forma que las generaciones anteriores, cuando el conocimiento se gestaba gradualmente. Son creativos, llegan a soluciones rápidamente, mismas que pueden ser efímeras. Gracias a esta impaciencia y prisa por vivir, sus reacciones son casi instintivas. Hace unos días tomaron por asalto la Ciudad de México, sembrando esperanza con su entusiasmo. Mostraron su capacidad de hacer tareas múltiples simultáneamente y su manejo de las redes. Es notable que el género femenino de los ‘millennials’ proporcionalmente tiene mayor nivel educativo que los varones. La equidad comienza a reflejarse en su participación social y en sus descendientes. La primera parte de los ‘millennials’ ya son adultos, y forman una generación de niños con mayor tolerancia a las diferencias sociales; el conformismo no es una opción, tomar riesgos es parte de la cotidianidad y las barreras son para tirarse. El reto en la educación es cómo guiarlos conectando generación a generación, semestre a semestre, cuando nuestro impacto inicial se ha reducido a unos cuantos segundos: de 12 a 8 segundos. No competimos contra internet, competimos contra la impaciencia de recibir los satisfactores inmediatos. Ya se les cayó el manto de invisibilidad que los mantenía al margen. Jóvenes, ya hicieron impacto, no paren, México los necesita.