Donald Trump es el líder populista de una democracia minoritaria. Nunca ganó el voto de la mayoría del pueblo.
Parece una paradoja o un oxímoron si consideramos que la democracia es el gobierno de la mayoría electoral, y sin embargo esta es la situación en la que se encuentra hoy Estados Unidos. Por lo tanto, si bien es claro que el país sigue siendo una democracia y que Trump fue elegido de forma legal, la legitimidad democrática de su gobierno es cada vez más débil.
Muchos observadores afirman que así funciona esta democracia y su sistema representativo. Pero lo contrario es lo cierto: la democracia estadounidense es ahora un gobierno de minorías y no funciona bien.
A diferencia de sus predecesores en la historia del populismo, Trump es un recurrente perdedor, un populista “loser”.
Todos los resultados electorales que obtuvo hasta ahora el caudillo multimillonario en su breve historia política confirman una gran diferencia entre el trumpismo y todos los populismos globales que lo precedieron en el poder.
De Juan Domingo Perón en Argentina a Hugo Chávez en Venezuela y Rodrigo Duterte en Filipinas, los populistas llegaron al poder justamente porque fueron votados por mayorías electorales. Este no es el caso de Trump, quien afirma que gobierna en nombre del pueblo y en contra de los “enemigos del pueblo” pero en realidad gobierna para las minorías electorales que votaron por él. Peor aún, el líder identifica continuamente a esta minoría electoral con el pueblo en general.
Desde la perspectiva del caudillo estadounidense, casi nada cambia después de las elecciones intermedias, pero la realidad será más compleja y problemática para él. Se pueden esperar más controles de la oposición y más polarización y demonización por parte del presidente.
Los efectos de esta concepción autoritaria son bastante típicos de la política populista y se verán ampliados en los próximos meses.
Históricamente, obtener mayorías populares ha sido el alfa y el omega del populismo. Tener el apoyo de la mayoría fue siempre una condición previa para que los populistas fueran exitosos y legítimos.