Hace unos días, uno de mis alumnos me compartió una pequeña novela que escribió para su clase de literatura en la preparatoria, me llamó mucho la atención porque combina como se desarrolla una hermosa relación entre dos personas y la vida cotidiana de San Juan del Río. Quiero compartirles una síntesis de dicha novela esperando sea de su agrado.
Por allá del año 2009 se conocieron por cuestiones del destino, dos chicos; una chica con muchos conocimientos, abogada y con una maestría en derecho y un médico, que por cierto quería que todos sus pacientes lo escucharan a él en lugar de escuchar a quienes lo iban a buscar. Como suele suceder, la relación comienza solo con un intercambio de miradas y con un notable nerviosismo por parte del médico, quien se anima a invitar a salir a la chica y escogen uno de los restaurantes de moda en la avenida Juárez para ir a tomar una café; él llego corriendo, probablemente venia de alguna operación, y ella llegó nerviosa, sin saber que iba a pasar. Se saludaron y comenzó una agradable platica, en donde los dos se miraban mutuamente, mientras la ciudad continuaba su ritmo de vida.
Así se va desarrollando la novela, muy al estilo de una versión actual de lo que vemos en algunas películas de moda. Los escenarios perfectos fueron la Plaza de los Fundadores en donde ella veía los bailadores los fines de semana, las calles virreinales de la ciudad en donde él se animaba a caminar junto con ella y disfrutar de las casonas que existen en el centro de la ciudad, los diversos templos en donde luego acudían a misa con sus familias y algunos lugares como la hacienda de la Venta en donde pasaban grandes momentos disfrutando de una excelente comida o de una copa de vino.
La historia, -como toda historia-, se desarrolla con altibajos, con momentos de tensión por situaciones inesperadas como accidentes o momentos alegres como el conseguir por parte de la abogada un nuevo título que la acredita como una de las mujeres más inteligentes de la ciudad de San Juan del Río, por cierto muy admirada también por su belleza y su forma de ver la vida de una manera muy actual, en donde desde temprano comenzaba con sus actividades profesionales como buena defensora de los derechos de los más necesitados y terminada ya hasta altas horas de la tarde en la Universidad Autónoma de Querétaro en el campus San Juan del Río, en donde impartía de manera magistral una de sus materias preferidas relacionada siempre con el derecho.
Los dos enamorados vivieron muy alegres, en una ciudad que crecía de manera permanente, los dos la recorrían de manera permanente en un vehículo blanco que parecía ser una de las hermosas palomas con las que se identifica a San Juan del Río. Por cierto, en algunas ocasiones vivieron momentos difíciles, pero siempre el amor de esta joven pareja era más grande que esos problemas. Así la historia concluye con una frase del gran maestro Restituto Rodríguez que dice: ¡Tú tienes que aprender!, aprender a vivir, hasta que todo quede consumado, en el último siglo.