Rodrigo Pantoja
La manera en que las mujeres y niñas viven el hogar y la ciudad es muy diferente a los hombres; son más susceptibles al acoso, discriminación y falta de oportunidades. Preocupantemente muchas decisiones de diseño son tomadas por arquitectos y urbanistas varones que no toman en cuenta la diversidad y vulnerabilidad de todos los usuarios.
La arquitecta y urbanista Zaida Muxí quien aboga por la equidad de género menciona que: “en el proceso convencional de planificación urbana y de construcción, apenas se toman en cuenta sus necesidades y problemas específicos. Gran parte de estas necesidades específicas derivan de la imposición de roles y responsabilidades de género asignado: el cuidado del hogar y la familia. La “mujer ideal” de hoy ya no es el ama de casa de antaño, sino aquella que trabaja y al mismo tiempo lleva eficazmente la casa”.
Asimismo, también existe poca sensibilidad para ofrecer diseños específicos al género. Por ejemplo, el arquitecto David Falagan en su investigación “Flexibilidad y Jerarquías de género” cuestiona el diseño y funcionalidad de la vivienda contemporánea la cual entorpece la visibilidad de los niños, la circulación y el aseo del hogar. Nuevamente muchas decisiones han sido tomadas por personas ajenas a estas actividades.
De igual manera, en los baños públicos existen estaciones de cambio para pañales en su mayoría solamente en los baños de mujeres, como si esta fuera tarea única de ellas. Aún cuando un hombre quisiera hacerse cargo de cambiar pañales, pareciera que existe un sesgo desde el diseño de los espacios, reforzando comportamientos sexistas. También, caminar por calles obscuras puede ser una experiencia más abrumadora para las mujeres que para los hombres. Pareciera que las el diseño de las banquetas, barrios y ciudades fueron diseñadas en ausencia de mujeres, padres o usuarios sensibles a estas experiencias.
La igualdad entre los géneros no solo es un derecho humano esencial, sino también la plataforma obligatoria para lograr un planeta más equitativo, competitivo, empático y sostenible. Las mujeres y niñas representan la mitad de la población mundial, y es a través de su empoderamiento que lograremos un mejor lugar para vivir.