Desde el inicio de este proceso de adaptación, vimos que los niveles de marginación iban en aumento y que la repartición de la riqueza cada vez era menos equitativa
Mauricio Ruiz Olaes/Columnista. Diputado Local por el III Distrito de la LIX Legislatura del Estado de Querétaro. Integrante del Grupo Legislativo de Morena.
La entrada al modelo económico neoliberal ha sido uno de los pasos de mayor impacto en la vida pública de México, y sin duda, fue una decisión que cambió la forma de ver la vida por parte de las y los mexicanos. Desde el inicio de este proceso de adaptación, vimos que los niveles de marginación iban en aumento y que la repartición de la riqueza cada vez era menos equitativa. A la par, fue sorprendente la velocidad con la que los procesos privatizados fueron avanzando, sobre todo, en la conversión de las empresas paraestatales, a parte de la iniciativa privada, siendo estas rematadas de manera infame, a los empresarios a modo del gobierno federal de aquellas época.
Una de las zonas geográficas que viven con mayor a nivel nacional es la que comprende el sureste de nuestro país. Una zona que ha sido saqueada por administraciones anteriores, que sexenio con sexenio, ha sido hundida en la más indignante miseria, condenando a las y los pobladores de la zona, a vivir en una pobreza extrema que se traduce en todo tipo de estancamiento, inclusive en vidas humanas.
Por ello, el compañero Presidente Andrés Manuel López Obrador, desde el inicio de su lucha en la resistencia civil pacífica, hasta llegar a su actual administración, ha manifestado que antes que nada, primero los pobres, por el bien de todos y por el bien de México. Justo la zona de mayor pobreza en el país es la que toma un protagonismo importante en el actuar del Poder Ejecutivo. Ejemplo de ello, son los más de 2.4 millones de habitantes de 79 municipios de Tabasco y Veracruz que forman parte del esfuerzo del Gobierno de México para garantizar su bienestar, en una serie de hechos sin precedente alguno.
La modernización de esta zona geográfica, de la mano y colaboración de pueblos afromexicanos e indígenas, está reflejada en la instalación de infraestructura y servicios urbanos y la interconexión de los Puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, y el ferrocarril del Istmo. Todo esto, con una política ambientalista, que profesa un respeto absoluto a la cosmovisión originarias de los poblados y de la madre naturaleza, sin dejar a un lado la creación de espacios de desarrollo, que puedan atraer inversión y así generar nuevas fuentes de empleo e impulsar el desarrollo económico de la zona.
El compañero López Obrador es, sin duda, un conocedor de las necesidades de México, todas estas, recolectadas en las numerosas ocasiones que ha recorrido todos los rincones del país. Estamos viviendo un Gobierno del pueblo y para el pueblo.