Mardonio, animoso, se siente satisfecho. La frescura matinal ayuda, pero, sobre todo, es la la felicidad que lo invade al visitar a su hija Georgina que dejara su natal Celaya para arraigarse y vivir en Querétaro. Es aún temprano y las rutas de salida de la ciudad están casi vacías, por lo que decide tomar la carretera libre de cuotas, ruta que le trae el recuerdo al haber presenciado, con su papá, la Carrera Panamericana (1953), evento en el que muere un piloto italiano, Felice Bonneto (El Pirata), a la altura de Silao. Como si fuera ayer, lo recordó todo.