Hijo del señor Pedro J. Campos Palma y de la queretana Luisa Loyola Fernández, Manuel J. nació en la Ciudad de México el 24 de noviembre de 1904; a los dos meses de nacido, llega a vivir a la hacienda de La Estancia ante el fallecimiento de su padre. Al tomar su madre la administración de esta en 1920, junto con sus hermanos Pedro y Gonzalo, realizaó las labores propias de una hacienda y, a los 20 años de edad, se convierte en el dueño de la hacienda La Estancia, asumiendo la responsabilidad total de la administración.
Gracias a su carisma y liderazgo, Manuel va destacando, a su corta edad, al entablar una sólida relación con los habitantes y trabajadores y, gracias a su habilidad para la enseñanza y comunicación con las personas, logró inculcarles valores que hicieron que esta comunidad, pronto, se volviera un poblado de gente trabajadora, responsable, agradecida, honrada y respetuosa, lo que marcaría por generaciones a sus habitantes.
Manuel J. vive su compromiso laical en la Acción Católica, por lo cual participa activamente en actividades como congresos eucarísticos, congresos agrícolas, semanas sociales y las festividades religiosas, en donde el fervor que se manifiesta es parte de la vida del pueblo. Se ocupó también de brindar asistencia económica, médica, social, antepuso su fe a los intereses del gobierno que perseguía a la iglesia católica, ayudó a los campesinos a tener una vida más digna auxiliándolos en sus necesidades y proporcionando todo lo necesario para su vida. Por esas y muchas razones, es llamado ‘El Apóstol del Campesino’.
El apoyo brindado a su comunidad le fue ganando el respeto y cariño de sus habitantes, quienes, de forma coloquial (y por su corta edad), le comenzaron a llamar como el ‘Niño Manuel’, una forma amistosa de apodarlo que ha permanecido hasta nuestros días.
Ante el mandato de las autoridades y gobernando el estado, el sanjuanense Saturnino Osornio (1931- 1935), quien se propuso aplicar a fondo las leyes del reparto agrario, así como una visión anticlerical del laicismo establecido en la nueva constitución y que se impartiera la educación socialista en todas las escuelas, situación con la cual Manuel J. no está de acuerdo, ha defendido la libertad de educación, así como aquella formación intelectual y moral que el hombre necesita para vivir plenamente en el mundo terrenal.
Ante la oposición contra el gobernador Osornio, Manuel J. Campos Loyola fue asesinado por defender sus intereses, forma de pensar y su fe a Cristo el día 16 de mayo de 1935 en las inmediaciones de su propiedad.
Las personas sabían que su asesinato fue por odio a la fe católica, siendo la noticia de su muerte un fuerte impacto en la comunidad y fuera de ella para quienes conocían de su compromiso y vivencia de la fe, considerándolo, desde ese momento, como un mártir.
En la ciudad de San Juan del Río, una calle del Centro Histórico dedicó su nomenclatura. Aún, hay personas que viven y conocieron a este gran hombre, alguno le llama ‘El Niño Manuel’, otros ‘El Apóstol de los Campesinos’, algunos más “mi primer catequista”, ‘El Maestro’.
MT