Miguel Ángel Flores/Lo bueno, lo malo y lo peor
LO BUENO
Las instituciones electorales y los ciudadanos queretanos dieron muestra, una vez más, que el trabajo conjunto y coordinado entre ambas partes es una fórmula que garantiza que el ejercicio democrático en la entidad haya concluido satisfactoriamente. Prácticamente, todos los resultados electorales quedaron validados una semana después de la jornada electoral, pese a las dificultades y las complejas elecciones donde la diferencia entre el primero y el segundo lugar obligaron a contar nuevamente los votos, los ganadores de la elección fueron ratificados con la respectiva constancia de mayoría. Lo que sigue, se resolverá en tribunales.
LO MALO
En todo proceso democrático, hay candidatos que ganan y candidatos que pierden. Saber ganar conlleva la responsabilidad y obligación de cumplir los compromisos hechos en campaña; pero saber perder exige madurez política y dominar los impulsos que genera la derrota. Por un voto o por cien mil, hay que saber perder y varios candidatos no han aceptado que los ciudadanos no les favorecieron con el voto; pocos son los resignados con el resultado, varios llevarán la elección a procesos judiciales.
LO PEOR
Una cosa es impugnar un resultado, pero denunciar al órgano electoral porque los consejeros distritales se tardaron en contar, es otra cosa. En las lecciones electorales que nos dejó este proceso podemos dar cuenta de la valentía de los ciudadanos para defender las casillas, de la copiosa y paciente participación, de la honestidad en el escrutinio de los votos, y de la organización de la jornada. Algunos dirigentes tienen que entender que los protagonistas son los electores, el árbitro de la contienda, los órganos electorales, y los partidos y sus candidatos jugadores que deben respetar las reglas, no usarlas a conveniencia.