Sergio Arellano/Asesor en Derechos Humanos
@siarellano5
Antes de entrar en materia, no podemos olvidar el desafío de soportar las altas temperaturas y el caos por la sequía en las presas y áreas naturales en general; ciudades enteras adolecen de contaminación, mal manejo de residuos y no apuestan por una cultura de economía circular.
Posterior a este paréntesis, el derecho no puede ser ajeno a los problemas globales puesto que su tendencia es progresiva y sus operadores deben de tener el firme compromiso de abogar por legislaciones cada vez más funcionales; los grandes teóricos de las ciencias jurídicas como Luigi Ferrajoli, han señalado que la retórica es el principal enemigo para la sociedad, toda vez que los discursos vacíos que se tienen en política, han predominado en el último siglo, seduciendo con posibles acciones contra el cambio climático.
Por estas razones, estimada o estimado lector, Ferrajoli, ha resaltado la necesidad de construir una constitución de la tierra con derechos y obligaciones, que impregne un enfoque de derechos humanos, privilegiando la toma de decisiones para el cuidado medioambiental; siendo el constitucionalismo una herramienta para preservar la belleza natural que nos queda. Ahora bien, se preguntarán sobre la relación que existe entre los derechos humanos y la agenda verde, por lo que me remitiré a la extraordinaria reflexión del sociólogo, Boaventura de Sousa Santos, quien apunta: ¿el ser humano es parte de la naturaleza o viceversa?
En adhesión, ¿podemos considerar como entes vivientes, susceptibles de derechos humanos, a lo que nos rodea? tratándose de ríos, mares, bosques y todo aquel ecosistema que nos rodea. Desde mi punto de vista, tenemos que enfocar nuestros esfuerzos para ser agentes geológicos con enfoque pro persona, evadiendo cualquier tipo de egocentrismo que nos invite a concluir que somos los únicos con vida en este planeta.
