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Esta semana, los ojos del continente americano -y de gran parte del mundo-, están puestos en Venezuela

31 de julio 2024

Los Blanchet/Caldo de Cultivo

Esta semana, los ojos del continente americano -y de gran parte del mundo-, están puestos en Venezuela. Quienes no están familiarizados con los pormenores del método que su abyecta dictadura emplea cada seis años, observan atónitos el modo vulgar y cínico en que se pertrecha el tradicional fraude, sin que haya poder humano que lo pare. Para quienes han seguido de cerca la historia de esa dictadura desde su inicio, la elección del 2024 es un capítulo más de una novela barata, oscura y reiterativa que no tiene fin, en la que ni las protestas multitudinarias ni el repudio internacional son suficientes para echar atrás el grosero parapeto.

Como marca la costumbre, no se hizo esperar el madruguete del Consejo Nacional Electoral anunciando un ‘triunfo’ más del tiranete Nicolás Maduro, apoyado, cómo no, por las apresuradas felicitaciones de los otros miembros de su club de sátrapas: Putin, Ortega, Díaz Canel, Arce y Sosa.

La presión interna, externa e incluso la de un sector del ejército, son elementos que ya han estado presentes en el desarrollo de las anteriores elecciones de Estado, y aunque los dos primeros parecieran ser de mayor magnitud en esta ocasión, no se vislumbra un desenlace diferente: Maduro aguantará los días que sean necesarios hasta que se enfríe el borlote y todo seguirá igual.

El resultado final de este proceso electoral no es un asunto que incumba sólo a los venezolanos o a Sudamérica. Atañe también al resto del continente, ya que la permanencia de esta dictadura castro-chavista es una reiteración más de la resiliencia y lo insidioso de esta clase de regímenes totalitarios. Incumbe especialmente a México por encontrarse en un estadio ya no tan incipiente de ese proceso, que con el apoyo del electorado o sin él, nada parece detenerlos.

Mais quel besoin… pero, ¿qué necesidad?

Como sabemos, los juegos olímpicos ¡ya comenzaron!, y una vez más me volvieron a dar ganas de ir a París a recordar mis raíces. Hubiera sido maravilloso estar allá, coincidir con el gran evento de las competencias, ver en vivo a los mejores atletas del mundo, -quienes van con toda la ilusión de ganar medallas y verles levantar los brazos de la victoria en representación de su país-, demostrando así el resultado del enorme esfuerzo que conlleva participar en la mayor competencia deportiva. Por supuesto, también hubiéramos aprovechado para visitar les Champs Elysées, la tour Eiffel, l’arc de Triomphe, le Musée du Louvre y Cathédrale Notredam, junto con boire un bon vin y manger des baguettes. Una vuelta por París, pues.

Hubiera sido un viaje de ensueño. No vayan a pensar que fue por falta de recursos, porque nos han adoctrinado a que debe alcanzar para todo con nuestros doscientos pesos en la bolsa. Lo hubiera sido a pesar del polémico evento inaugural, que por momentos se alejó, -por decir lo menos-, de la esencia deportiva de la fiesta olímpica. Al igual que el mundo entero, vimos la transmisión, y la única reacción que me surgió fue preguntar: “pero, ¿qué necesidad?”. ¿Por qué mezclar el máximo evento deportivo con despliegues que difícilmente pueden calificarse como artísticos? Los detalles, las críticas a las faltas de respeto hacia el cristianismo y los simbolismos oscuros y apocalípticos que utilizaron en dicha presentación, están más que analizados y publicados por todos lados, aclarando que los organizadores ya salieron a ofrecer disculpas –nous nous excusons”-, por la situación y retirando de las redes sociales las polémicas imágenes.

Entendiendo, por otro lado, que para los franceses el tema de la sexualidad lo llevan en la sangre; su mismo idioma es la lengua romance por naturaleza. A ver: ¿alguien puede olvidar la caricatura de Pepe Le Pew (“Lepú”, para los que no hablan francés), quien siendo un zorrillito, se andaba queriendo merendar a toda costa a una pobre gatita bicolor?

Mejor retomemos el espíritu de lo que significan los juegos olímpicos, esperando que los mejores atletas consigan ganar medallas y que puedan ser inspiración para las nuevas generaciones. Por lo pronto, en “Querétaro 2024”, nosotros ya estamos practicando el nado sincronizado, el remo y el kayac porque, con la cantidad de agua que está cayendo, serían buenos deportes para aprender. Aunque a muchos los veo muy aplicados en el lanzamiento de “jaibolina”, el levantamiento de tarro y los cien litros libres. ¡Adieu!

Le esperamos hoy miércoles a las 9:00 de la noche en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por streaming en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita la próxima semana aquí…para echarnos otro caldito.

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