Roberto Mendoza
Esta semana se ha hablado mucho sobre el fenómeno de la sobrerrepresentación que podría obsequiarse en el Congreso de la República por parte de los partidos políticos, sobre todo se esgrime el argumento de que los partidos de la coalición que ganó las elecciones dejarán sin voz, a los votantes que no eligieron ni a su candidata, ni a sus promesas y por lo tanto se subrepresentará a esa parte de las personas que ejercieron su voto el 2 de junio.
Hay una discusión que nadie quiere dar sobre la enorme cantidad de personas que efectivamente no van a estar representadas por nadie y que no podrán tener voz en el gobierno. En la elección votó, según el INE, el 60.9 por ciento de un universo de casi 100 millones de electores, ergo un poco más de 39 millones no votaron, su voluntad no está representada. En un principio cualquiera diría de manera muy simplista -culpa de ellos, no ejercieron su derecho -. Puede ser, pero todos pagan de una u otra manera sus impuestos y el país no se puede entender sin ellos, razones podría haber, muchas, para que estos mexicanos no ejercieran el sufragio: trabajo, viajes, necesidades individuales y por supuesto, ganas y la decisión personal.
Estos millones, hay que decirlo no fueron seducidos y/o convencidos por los partidos políticos, ni por las y el candidato, no son pocos, son más que los votos que obtuvo cualquier partido, Morena que ganó la elección sólo obtuvo 35.923.984. Sin duda, hay un desencanto de una enorme parte de la ciudadanía que, incluso, en una porción desconocida sabe y prefiere no perder el tiempo con nuestra democracia, sabe que no será representada y quizá no le importa y le da igual quien gobierne y no es que no sepan de política o estén desinformados, lo hacen de manera consciente, informada y libre.
¿Está, nuestra democracia, sobrevalorada? ¿No estaremos gastando y discutiendo mucho para formar un gobierno oligarca y no uno democrático? ¿No podríamos discutir, si es que aún le tenemos confianza a esta opción electoral, cómo y qué mecanismos podemos implementar para que haya más participación? ¿No podríamos dejar de prometer cosas y de hacer marketing político que a pocos les importa o convence? ¿Quién representa a estos 39 millones de mexicanos, quién vela por sus intereses? Es más ¿Cuáles son los intereses de esta gran cantidad de compatriotas? Es una incógnita relevante que, para nuestros políticos, es irrelevante, incluso tiene mínimas o nulas posibilidades de discutirse y resolverse.
