Roberto Mendoza
¿Usted creía qué el próximo año nos íbamos a librar de campañas políticas? No, habrá campañas para elegir a todos los ministros de la Suprema Corte de Justicia, a los magistrados del nuevo Tribunal de Disciplina Judicial, que sustituirá a la Judicatura, a los integrantes de un nuevo Órgano de Administración y a la mitad de los de jueces de distrito y magistrados de circuito, en total cerca de casi mil cargos judiciales, esto claro, dando por descontado que la iniciativa de ley que se discutirá y votará esta semana en la cámara de diputados, pase en septiembre al pleno, se vote luego en el senado y se convierta en ley.
En este clima, pueden pasar dos cosas: que empecemos a acostumbrarnos a que todo el tiempo y en todos lados haya mensajes electorales y ya no causen impacto alguno en casi nadie o que, de plano, los ignoremos ¿Cuántos van a ir a votar por los miembros del nuevo sistema judicial mexicano? ¿Alguien ha pensado en un número para legitimar esta elección? Pensemos, por ejemplo, en las varias consultas que hizo el actual gobierno; la de revocación del mandato no alcanzó ni el 20% de la lista nominal del INE, se supone que para que hubiera sido vinculante se necesitaba el 40%, otro ejemplo: para decidir que el aeropuerto de Texcoco no se construyera y se hiciera en Santa Lucia, voto menos del ¡uno por ciento! de la lista nominal.
Ya hemos hablado que casi el 40% de todos los mexicanos no votaron en la pasada elección federal, si la votación para cambiar a los ministros alcanza el 50% de la lista nominal será un éxito, ¿pero y los demás? ¿Cuántos de nosotros entenderemos por qué, para qué y a quién vamos a elegir? Serán nombres que quizá aun buscándolos en internet no encontremos mucha o ninguna información o nos encontremos con sorpresas quizá, algunos en sus redes sociales, tengan fotografías con armas, en viajes lujosos, borrachos en fiestas, otros ejerciendo violencia, mujeres que tengan cuentas, sin que sea malo, de onlyfans, no lo sabemos.
Habrá candidatos a jueces y magistrados de circuito que sean impulsados, en el mejor de los casos, por empresarios y grupos de poder visibles, en el peor invisibles como: narcotraficantes, grupos organizados de maleantes, tratantes, pederastas y un sinfín de oscuros intereses.
¿Vamos a aceptar jueces y magistrados que ganen su elección con 10 mil votos o el 0.01 por ciento del padrón de votantes? ¿No será esta solución peor que el proceso que tenemos actualmente? Además, vamos a tener que lidiar con estos jueces, que posiblemente obedezcan a oscuros intereses, por periodos de más de ocho años. ¿Y esto, sólo por un capricho, una venganza del presidente actual? ¿Por qué la prisa? Discutámoslo con mayor amplitud, hay tiempo. Corremos el riesgo de escoger a los peores, eso sí, con nuestras mejores intenciones.
