En la trama, al llegar a un pueblo, los hermanos se hacen pasar por agentes federales, llegando a oídos del cacique de la región, quien les ofrece una buena suma a cambio de su silencio cómplice. Ellos aceptan de buen grado el dinero, pero tras una pelea en la cantina, arrestan a un temido pistolero al servicio del cacique y a sus acompañantes, llevándolos a la comisaría. Al cruzar la entrada de esta, el “cherife” impreca al pistolero por su presencia en el pueblo, sin darse cuenta que detrás de él venían sus captores, no quedándole otra que fingir rectitud y encerrarlo, para liberarlo días después.