Romy Rojas Garrido
Nuestras necesidades como seres humanos son diversas, sin embargo, el habitar una ciudad se vuelve un elemento cotidiano del que todas y todos tenemos requerimos; contar con infraestructura que nos permita desplazarnos hacia nuestras rutinas y actividades. Por tal motivo, en esta colaboración hablaremos del tejido urbano y su relevancia en nuestros días.
Para habitar una ciudad necesitamos espacios públicos, calles, nodos de conexión e infraestructura que se adecue y dé soporte a las actividades humanas, es decir, un tejido urbano que nos permita formar o entrelazar diferentes elementos para componer y ordenar el territorio de nuestras ciudades y poder vivirlas.
La palabra tejido viene proviene del latín “texere” y deriva del participio de “tejer”, en biología se refiere a las entidades constituidas por un conjunto organizado por células que se distribuyen en una trama para darnos un origen, en urbanismo el termino se utiliza para indicar la estructura y la organización de los componentes de una ciudad.
Lo interesante del término es que existe la analogía hacia la condición orgánica de la ciudad como un organismo vivo, mutante, que sufre alteraciones y que esa estructura cambiante nos permite ver a las ciudades como un tejido urbano.
El darle la importancia al tejido urbano es vital en nuestros días porque cada vez somos más las personas que vivimos en ciudades, por ello es necesario crear conciencia sobre la planeación de espacios que se entretejan, y nos den oportunidad de seguir creando células y nodos de conexión, así como una traza que sea lo suficientemente permeable con el objeto de garantizar continuidad y flujos sin interrupciones, esto permitirá facilitar la visibilidad e incrementar la vitalidad de la ciudad, y con ello su vigilancia natural.
Los tejidos urbanos nos ayudan a evitar zonas aisladas en donde prolifere la delincuencia o la segregación. Un ejemplo sería una ciudad que cuenta con múltiples zonas para vivienda de interés social y que carece de espacios públicos que ofrezcan una relación eficiente entre sus habitantes, al crecer la mancha urbana y evitar la planeación, la ciudad se fragmenta y se rompe el tejido urbano porque se limitan las zonas de convivencia, de tránsito ý de movilidad.
Una ciudad sin tejido urbano se convertirá en un territorio donde proliferará la inseguridad, donde la comunidad perderá sus opciones de convivencia y fomento de tradiciones, entre otras variantes que repercutirán en la calidad de vida del ser humano. Crear tejidos urbanos, tejer espacios que nos conecten como habitantes de un espacio nos permitirán sostener la vida urbana.