Alejandro Gutiérrez Balboa
El mundo enfrenta varios problemas agudos, uno de ellos es la migración. Muchos países son objeto de migraciones masivas que requieren gastos gubernamentales no contemplados, desde lugares de refugio, asistencia médica, educación, capacitación y apertura de fuentes de trabajo. Todo esto provoca serios rechazos y el encono contra los migrantes.
Cuando Donald Trump afirma que solamente llegando de nuevo a la Casa Blanca deportará a un millón de migrantes indocumentados, se dirige a la galera; pero crea o facilita las condiciones para expulsar, en cualquier momento, cantidades considerables de migrantes.
La migración mexicana a Estados Unidos es muy vieja y se ha incrementado cuando en nuestro país han existido condiciones difíciles en lo político y en lo económico. Las guerras civiles -Reforma, Revolución Mexicana, Guerra Cristera- dispararon la cantidad de paisanos al otro lado, pero también las crisis económicas. La migración sirvió al viejo régimen, dominado por el PRI, como válvula de escape que aligeró la presión sobre los malos manejos del gobierno.
En la práctica, fueron mucho mayores las deportaciones bajo Obama (2009-2017) que bajo Trump; y mucho más con Clinton (1993-2001). Pese a ello, los flujos migratorios se han incrementado en los últimos años y es de esperarse que la migración mexicana crezca exponencialmente en el futuro inmediato, cuando una nueva crisis económica estalle en nuestro país, algo que ocurrirá más bien pronto.
La migración es también un enorme negocio para bandas encargadas de transportar clandestinamente personas a otros países. Simplemente basta mirar el flujo a través del Mediterráneo para corroborarlo, aunque en nuestra frontera norte eso existe desde hace décadas.
Sería ideal poder regular los flujos migratorios, que los gobiernos asumieran el control de sus fronteras y permitieran la migración que racionalmente fuera posible asimilar, pero esto no ocurrirá. En una mezcla de intereses creados (como varios países musulmanes africanos fomentan la migración a Europa), de crisis políticas y económicas (casos Sudán y Venezuela), de negocios ilícitos, de colocación de vanguardias para propósitos oscuros, o bien de genuinas aspiraciones a una vida mejor, la migración seguirá siendo un problema sin control, que demandará gastos no presupuestados de los países, pese a los sueños y amenazas de los Trump.