Finalmente, tras dimes y diretes, ayer por la madrugada se consumó, en la Cámara de Diputados, la aprobación de la reforma judicial. No obstante, el proceso legislativo continúa, pues ahora pasará a las comisiones del Senado para que de ahí se pase al pleno y sea votada.
Si se vota sin cambiar ninguna oración, la reforma judicial pasará a ser votada y aprobada por los congresos estatales. Se requieren al menos 17 estados que avalen dicho dictamen.
Por ello, la mayor resistencia a la reforma se va dar en el Senado de la República, ya que para conseguir la mayoría calificada se requieren 86 de los 128 votos de los senadores. Ahí, en la Cámara Alta, a los partidos de la coalición de Morena-PT-PVEM les falta entre uno y dos votos para lograr esa mayoría. En este sentido, la presión política hacia los senadores se intensificará y veremos una mayor participación de parte de los ciudadanos para revisar el actuar de estos legisladores.
En los hechos, es una victoria parcial, pero todavía falta mucho trecho para que se consolide la reforma. Más aún, si se aprueba, falta que se compruebe el funcionamiento que pesará, para bien y para mal, en quienes la aprueben.