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A partir de hoy y en las siguientes 10 entregas, aparecerán estos relatos. Será un largo recorrido, pero les gustará, estoy seguro.

8 de septiembre 2024

Desde el mes de agosto de 2013, ya retirado, inicio la fangosa aventura de rayar cuadernos ocupando espacios vacíos. He visto crecer este quehacer como escribidor, como una encomienda surgida de mi interior, herencia materna, haciéndome un ser humano sencillamente feliz.

Me encanta narrar escribiendo, con un cierto orden y estructura, eventos, lecturas, aprendizajes, conocimientos, perfiles de personas, lugares y rincones, confiado en que, a algún lector, le gustará. Durante el primer año y aplicando la fórmula de error-acierto, encontré que el género narrativo del cuento era lo mío. Así, buscando compartir con amigos y familiares lo que garabateaba como cuentos cortos lo enviaba por correo electrónico, única tecnología moderna a mi alcance. Estos relatos quincenales, producción del 2o año, me dieron el material para mi primer libro: ‘El Bazar, Charlas con Emilio’, logro impensado originalmente. En este libro, aparecen algunos relatos de un personaje queretano mitad realidad y mitad leyenda: La Carambada. A partir de hoy y en las siguientes 10 entregas, aparecerán estos relatos. Será un largo recorrido, pero les gustará, estoy seguro.

LEONARDA (1/10)

Era agosto, en pleno verano, había llovido mucho la noche anterior. Aunque la casita era muy modesta, el agua no lograba entrar por las comisuras, pero el frío sí se colaba con éxito. Ya con el día claro, asoleado y descubriendo el cielo azulísimo de Querétaro, la vida comenzaba lenta en el territorio sede de las rutas de los metales preciosos: los Caminos Reales, cuya realeza resultaba por ser los caminos sobre los cuales se trasladaba el oro y plata extraídos, principalmente, de las minas del norte de Querétaro (Zacatecas y Guanajuato) y con destino al Imperio Español, partiendo del Puerto de Veracruz. Con los años, esta ruta sería llamada Tierra-Adentro, factor de conectividad novohispana que sería influyente en la vida de Querétaro y, en particular, la construcción de una mujer-mito. De 10 años de edad, la niña jugaba con los cerdos en un corral muy atrás de la casa, evitando los olores propios de esta cría de animales que, después de la lluvia, retozaban en el lodo.

“¡Leonarda, ven aquí, muchacha! ¡Deja a esos animales en paz y ‘traite’ los huevos de allá’trás, para el almuerzo!”.

La niña obedecía humildemente ante la perspectiva de unos huevos reventados sobre los frijoles bayos refritos, rociados de salsa molcajeteada, tortillas hechas por la abuela y un café endulzado con piloncillo. Leonarda constantemente era reprendida por su madre, dada la personalidad inquieta de la niña, audaz, descarada e inteligente.

“¡Tal parece que es bruja: domina a los puercos y a los chivos hablándoles, mirándolos fijamente y moviendo esas manos como palos mágicos! Pero, a mí, no me domina. A su padre, lo podrá hacer como quiera, pero ¡a mí, no!”, decía su madre, golpeando su pecho con vigor.

La abuela escuchaba las lamentaciones y reía de las rabietas de su hija, pero la cautivaban las travesuras de su nieta. En el fondo, se identificaba con esta forma de ser de la niña: la abuela siempre quiso ser como esa niña: fresca, desobediente, carismática y logrando, siempre, lo que deseaba. Respecto a Leonarda, decía alegremente, para sus adentros:

“¡Esta muchacha es una caramba! Pero siempre cumple con los quehaceres en la casa”, confesaba con amargura: “nunca pude liberarme de la religiosidad de mis padres y abuelos. Esa tradición siempre me ató y yo misma me condené al aceptar ser una mujer gris y obediente. En cambio, veo que Leonarda es devota de la Virgen del Carmen por convicción: adora los vestidos brillantes de la virgencita. Es católica por sobre todo y eso la distingue sobre muchos. Comulga por lo menos dos veces al mes, aunque nadie sabe que nunca se confiesa arrepintiéndose de sus pecados, que son muchos, pero no graves. Esas expresiones, ese descaro en ella me gusta mucho. ¡Dios mío, cómo logra engañar a todos con esa carita vivaracha, con esos ojos siempre en movimiento! Todos en el pueblo están convencidos de que Leonarda tiene una misión en la vida con esa generosidad mostrada: ayudar a sus semejantes”.

¿Habrá tenido razón el pueblo? Por una parte, sí; por otra, no. (Continuará 2/10).

 

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