Y, ahora, yo les pregunto, ¿qué elijen ustedes? ¿El modelo de la dispersión o el modelo de la armonía? ¿Qué elijen ustedes? (Responden: “¡Armonía!”). ¡Ustedes son geniales! Hay una historia que nos cuenta la Escritura y dice que, después del diluvio universal, los descendientes de Noé se diseminaron por diferentes islas, cada uno “con su lengua, sus clanes y sus nacionalidades” (Gn 10,5). Sin anular las diferencias, Dios les concedió un modo para ponerse en comunicación y para unirse; de hecho, “todo el mundo hablaba una misma lengua” (Gn 11,1). Esto significa que el Señor nos creó para tener una buena relación con los demás. ¡Cuidado!, no nos ha creado para la confusión, sino para tener una buena relación con todos y eso es muy importante.