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Durante la segunda mitad del siglo 20 el impulso de los jóvenes fue el cambio, la revolución, la rebeldía; lograr el ideal necesario de los valores que consideraron más importantes, eliminar las desigualdades y sobre todo poner el amor y sus derivados más nobles, en el primer lugar

17 de septiembre 2024

Roberto Mendoza

Durante la segunda mitad del siglo 20 el impulso de los jóvenes fue el cambio, la revolución, la rebeldía; lograr el ideal necesario de los valores que consideraron más importantes, eliminar las desigualdades y sobre todo poner el amor y sus derivados más nobles, en el primer lugar. El mundo fue abriéndose a este impulso, las sociedades latinoamericanas eran naciones emergentes, pero el espíritu de esas luchas llegó al corazón de los más noveles, las acogieron e impulsaron, varios países empezaron revoluciones que, de alguna manera aún prevalecen, sobre todo de manera ideológica, otras sucumbieron a su romántica ineficiencia, apabulladas por regímenes autoritarios peores que ellas.

México no estuvo ausente, pagó con la sangre, persecución y cárcel de muchos de sus impulsores que lucharon desde muchas trincheras por un cambio, lo lograron después de varias décadas de perforar el sistema priista, primero fue la derecha, demostró que no pudo, regresó el viejo régimen y fue un desastre, terminó ganando un líder que no se dio por vencido y que luego de una larga lucha, donde sufrió mentiras, fraudes y muchos reveces, logró su objetivo: llegar a la presidencia. Andrés Manuel, el viejón, el cabecita de algodón, el presidente más odiado y querido de este siglo, es el último líder, su lucha, de alguna manera se consolidó en muchos sentidos, se cumplieron los anhelos del romanticismo revolucionario, los pobres sienten que tienen un lugar en el país, que se les hizo un poco de justicia, también sienten que el Estado les está saldando una deuda con el dinero de todos.

La oposición no tiene líderes, porque las luchas más importantes se han acabado, ganaron los que imaginaron que sí podían aun cuando todo estaba en contra. Y es cierto, los que se sentían más poderosos que nadie, aún no puede creer que son la minoría, que van a tener que empezar de cero, con imaginación, tesón, inteligencia y valentía. Hoy mismo, los opositores que tienen esas características son muy pocos y tristemente no son líderes.

Estamos en una crisis de liderazgos, tampoco tenemos uno nuevo en el bando de los que están en el gobierno, están muy cómodos con el presidente y aunque ya se va, saben que por el momento su sola figura les basta, pero, ¿cuánto tiempo? Pareciera que ya no hay luchas que dar, que ya resolvieron todo, que sólo hay que administrar lo decidido. La verdad es que no. Estamos en una peligrosa crisis, la realidad nos tendrá que alcanzar y espero, surgirán nuevos liderazgos que propongan nuevas soluciones, vendrán nuevas revoluciones, la lucha es continua y no porque se llegue al poder y haya voluntad de solucionar los problemas se solucionan, no es magia, siempre hace falta más. Si tú me lees y eres el nuevo liderazgo, bienvenido; si no lo eres, te invito a pensar y trabajar para buscar el México que todos merecemos, también podemos hacerlo, entre todos.

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