Ustedes se preguntarán: ¿por qué solamente agua de horchata? ¿Andaban jurados? ¿Era kermés para niños? Pues no. Les cuento, aunque pondré el dedo en la llaga. Ese día no solamente la comida y las aguas frescas fueron generosas. También, en uno de los puestos, se compartió un mezcal que se apreciaba de buena marca, y por los comentarios de quien lo probó, estaba muy bueno. Al toparnos con tan etílica propuesta, Marido entró casi en llanto, ya que tuvo que rechazar aquellos mezcales que generosamente le ofrecieron, comentando que no se trataba de un desprecio hacia esa bebida tan mexicana y, desde hace algún tiempo, tan cotizada, (para uno que lleve el apellido Aguilar ¡es un pecado mortal!…), sino que esta dolorosa situación surgió cuando él, en su postura de galeno, olvidó la etílica fecha y tuvo el tino de suministrarnos previamente los medicamentos de nuestra desparasitación semestral, que son antagónicos con la ingesta de alcohol. Es más, ni chocolates envinados se pueden probar. Literal, al evento llegamos peinados y desparasitados.