También trasciende el hecho de que el todavía presidente pasará a la historia como un personaje polémico, más allá de quiénes estén a favor o en contra de él. La propia historia en algunos años se encargará de juzgar su legado en el que ciertamente hubo agraviados por su forma de hacer política, pero también hubo quienes se beneficiaron de ello. En estos tiempos de encono, quizá sea difícil colocar al personaje en su justa dimensión sin filias ni fobias. No obstante, parece que que, a partir de su nuevo rol como expresidente, persistirá esa luz y sombra en su figura. Ayer, dio uno de sus últimos mensajes en la entrega de reconocimientos a trabajadores que estuvieron al frente del Tren Maya, una de las obras insignia de su sexenio y con ello, el cierre de una época en la historia contemporánea de México.