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A partir del término de la Segunda Guerra Mundial y del desarrollo nuclear de las grandes potencias, la amenaza de aniquilación con armas atómicas ha sido una constante

9 de octubre 2024

Los Blanchet/Caldo de Cultivo

A partir del término de la Segunda Guerra Mundial y del desarrollo nuclear de las grandes potencias, la amenaza de aniquilación con armas atómicas ha sido una constante. Ni siquiera la caída de la Unión Soviética amainó el riesgo, sino todo contrario, lo aumentó al generarse una dispersión de naciones independientes, cada una con sus propios gobiernos y arsenales armamentísticos, diversificando así dicho riesgo. La invasión a Ucrania por los rusos es un ejemplo de ello y hasta ahora no se ha dado la primera detonación de este tipo, a pesar de las amenazas de Putin en ese sentido si la OTAN continúa apoyando a Ucrania.

En el Medio Oriente, el avance nuclear de Irán es el peligro que desde hace un año se ha visto incrementado a raíz de la escalada en el conflicto ocasionado por el ataque de Hamas en el que 347 israelíes fueron asesinados y otros 40 fueron secuestrados. La represalia de Israel sobre la franja de Gaza ha sido devastadora en aras de aniquilar a este grupo terrorista y aprovechando la provocación para forzar la desocupación de ese territorio por los palestinos.

La intervención de Irán en apoyo a Hamas y a Hezbolá, que tiene su cuartel general en Líbano, aumenta el abanico de objetivos israelíes, en una situación volátil y de alta complejidad táctica y de diversidad de frentes de ataque, agravada por la intransigencia de sus líderes y la xenofobia ancestral de sus pueblos. Los constantes bombardeos de esta semana podrían dar paso a ataques de mayor calado si no se llegan a acuerdos, lo que se ve poco probable.

En un mundo cada vez más globalizado, las implicaciones internacionales son las de siempre pero más inmediatas y extendidas: el incremento del terrorismo, de la migración forzada, la inestabilidad económica y cambiaria con aumento en los precios del petróleo, amenazas de las que México no esta exento, al igual que el resto del mundo, aunque nosotros estemos inmersos en nuestra propia guerra, de la que tampoco se ve solución en ningún futuro ni seriedad para intentar resolverla.

¿Ya se hallaron?

Hoy quisiera compartirles algunos consejos a mis homólogos, los presidentes municipales que van entrando a sus nuevas encomiendas. Se preguntarán por qué su servidora tiene el atrevimiento de llamarles homólogos y equipararse con tan importantes personajes. Pues como pocos saben, yo también soy presidenta, no de un municipio, pero sí de un “minicipio”. Bueno, de un “microcipio”. Ok, de un “nanocipio”. Está bien pues, de mi condominio. Al igual que ellos, fui elegida por votación y que conste que en mi caso fue por unanimidad.

El asunto es que comprendo perfectamente como se sienten en estos momentos. El primer día llega uno al puesto como gallina en gallinero nuevo, volteando para todos lados, checando el dato, y aunque sin hallarse del todo, las ilusiones y la buena actitud van por delante.

Después comienza a transcurrir el primer mes y uno a medio adaptarse, aunque ni remotamente se domina ni el cinco por ciento del asunto. En mi caso, ese mes fue de escuchar asuntos, o mejor dicho, problemas, algunos que francamente yo desconocía, pero que, al escucharlos por parte de la administración, yo ponía cara de “entiendo todo”, pero al mismo tiempo me temblaban las piernas por no tener ni la menor idea de cómo los resolvería.

Este es solo uno de esos sustos que pasé al principio: Un día llegó el administrador y me preguntó: ¿qué vamos hacer con la bomba? Mi respuesta con cara de pánico fue: ¿qué bomba? ¿Dónde? ¡No se te ocurra detonarla! ¡Llama a Protección Civil! ¡Cúbranse todos!

El administrador, ante mi desinformada y emocional respuesta, contuvo la risa y pacientemente me explicó que la alberca que tenemos utiliza una bomba y que en esos momentos, como parte de su mantenimiento, había que hacerle un cambio de arena. Mi ignorancia volvió a avanzar dos kilómetros… ¿La bomba usa arena? ¿Qué no son de uranio enriquecido? ¿Y hay que cambiarla? (La única arena que cambio es la del arenero de mi gato).

Estas y muchas cosas más he venido aprendiendo en estos dos años, principalmente porque la comunidad a la que represento es muy exigentita. Demandan soluciones rápidas, de buen modo y a su gusto. Afortunadamente me he rodeado de expertos en las diferentes materias que mi condominio requiere. Confieso que muchas veces he tenido que tomar decisiones que pudieron parecer arbitrarias e impositivas, mismas que me acarrearon algunos recordatorios para mi jefecita, pero el buen resultado por el que aposté acalló muchas lenguas viperinas. Hoy estoy tranquila y contenta por haber realizado este trabajo (ah, y sin pago). Mi gestión está por terminar, el condominio camina satisfactoriamente y presumiblemente mejor de como lo tomé. Así que, homólogos, si todavía no se hallan, síganme para más consejos.

Le esperamos hoy miércoles a las 9:00 de la noche en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por streaming en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita la próxima semana aquí…para echarnos otro caldito.

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