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La nueva presidenta sigue los pasos de su antecesor al usar aviones comerciales para sus viajes

26 de noviembre 2024

Mario Maraboto

La nueva presidenta sigue los pasos de su antecesor al usar aviones comerciales para sus viajes. El EXpresidente (con mayúscula para que no se les olvide) finalmente desistió de hacerlo para evitar reproches y mentadas que luego eran subidos a las redes sociales por parte de los pasajeros de su odiada clase media.

Desde que Claudia Sheinbaum asumió la presidencia, en diversas ocasiones se le ha visto en aviones comerciales saludando a los pasajeros y tomándose fotos con algunos, pero las normas generalmente admitidas por todos los países priorizan la seguridad presidencial: un mandatario no debe viajar en vuelos comerciales, pudiendo usar un avión oficial, por su seguridad y la de los demás pasajeros.

Por sentido común, un jefe de Estado no puede supeditar sus funciones a horarios, escalas, retrasos, falta de vuelos o incomunicación, mucho menos en trayectos de más de 10 horas; tiene que estar al tanto de todo lo que suceda en su país, comunicarse sin restricción y de manera confidencial, e inclusive puede cancelar el viaje o variar la ruta, además de estar siempre acompañado por su médico de cabecera. En un avión comercial es prácticamente imposible atender una crisis o emergencia médica como sucedió en 1987, cuando el entonces presidente de Colombia sufrió una perforación de intestino durante un vuelo sobre el Océano Pacífico; a bordo del avión presidencial, pudo ser atendido en pleno vuelo.

Por recomendación de su Ministerio de Seguridad, el presidente de Argentina, Javier Milei, quien también solía viajar en aviones comerciales, fue instruido el pasado mes de abril para dejar de hacerlo: “El Ministerio de Seguridad nos advirtió sobre ciertos riesgos que existen de que el presidente siga volando en vuelos de línea o comerciales comunes. El presidente no puede viajar más en vuelos comerciales”, comunicó el vocero gubernamental Manuel Adorni.

Que la presidenta de México también emule al EXpresidente en cuestión de viajes, es mero populismo que pone en riesgo la seguridad del vuelo ante un posible acto violento. No es por razones de austeridad, pues el Gobierno paga no solo el boleto de la señora Sheinbaum en asientos de salida de emergencia (por comodidad), sino los de los asientos aledaños, delanteros, traseros y laterales además de los de los miembros de su comitiva.

Sheinbaum no puede ser una pasajera más en un avión comercial cuando puede usar aviones de la Fuerza Aérea Mexicana como el Gulfstream 550 con alcance de 12 mil 500 kilómetros y capacidad para 19 pasajeros que México envió a Bolivia para traer asilado a Evo Morales.

Un viaje de 12 horas sin comunicación, con el fuego amigo en la propia casa, es tiempo suficiente para cualquier acto que contravenga la autoridad de un jefe de Estado. A ver hasta cuándo le dura el gusto a la presidenta.

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