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Querétaro

La Mariposa y La Victoria, legados emblemáticos queretanos

La Mariposa y La Victoria, legados emblemáticos queretanos
LA VICTOIRA

La Mariposa y Embotelladora La Victoria pertenecen al legado que los queretanos han conservado en sus memorias, así como en sus paladares Carlos Uriegas En la historia del estado y de la ciudad, dos empresas han dejado huella entre los habitantes. Por un lado, Embotelladora La Victoria contribuyó al desarrollo económico de la entidad. Por … Leer más

Redaccion Perfiles
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25 de febrero 2020

La Mariposa y Embotelladora La Victoria pertenecen al legado que los queretanos han conservado en sus memorias, así como en sus paladares

Carlos Uriegas

En la historia del estado y de la ciudad, dos empresas han dejado huella entre los habitantes. Por un lado, Embotelladora La Victoria contribuyó al desarrollo económico de la entidad. Por otra parte, La Mariposa es considerada una cafetería icónica entre locales y foráneos.

 

El dulce sabor de La Victoria

La degustación de un refresco fue el punto de partida para encumbrar a la compañía hacia el éxito

EMBOTELLADORA La Victoria tuvo un origen marcado, pues podría decirse que estaba predestinada al éxito y a dejar huella. La dirección en la que vio ‘la luz’ era una señal para que desde 1939 la refresquera produjera un deleite verdadero. La fabricación de refrescos impulsada por el padre de Roberto Ruiz Obregón –Federico Ruiz– comenzó en 1912, cuando compra la primera máquina embotelladora, una herramienta de pedales en la que se llenaban las botellas una por una.

En 1937, Roberto Ruiz Obregón probó por vez primera un refresco gaseoso de color oscuro y ahí descubrió lo que sería el camino hacia su éxito, un visionario adelantado a su tiempo. En 1938, pidió la autorización para embotellar Coca Cola, pero le fue negado por falta de maquinaria y equipo.

Un año después, y con objetivos definidos, logró la concesión para distribuir el producto en lo que fue la primera embotelladora de La Victoria, en el número 12 de la calle Deleite –hoy Nicolás Campa–, frente al Jardín de los Platitos. El 23 de noviembre de 1945 se firmó un contrato entre Coca Cola y Embotelladora La Victoria para que se pudiera envasar el refresco en Querétaro.

Así se trazó un momento histórico que impulsaría una marca que promovería el crecimiento del estado. Embotelladora La Victoria, que en esas fechas producía 24 botellas por minuto, permaneció en la calle Deleite hasta 1948. La empresa evolucionó y tuvo su primera planta en las esquina de las calles Ribera del Río –hoy la avenida Universidad– y Allende Norte –donde se ubica el Liceo.

A partir de ahí se desarrolló un crecimiento exponencial y en 1964 la producción se elevó a 500 botellas por cada minuto. Durante 1971 se abrió una planta más grande y moderna en lo que fue la Carretera Panamericana –hoy la avenida Constituyentes–; muy lejos habían quedado los tiempos en que una pequeña máquina producía botellas de forma casi artesanal.

Embotelladora La Victoria fue un ejemplo nacional; las plantas de don Roberto Ruiz Obregón fueron las primeras con tratamiento de agua y fueron el origen de la preventa, un esquema que se replicó en todo el país. En 1981 se inauguró una nueva planta en San Juan del Río y en 1990 la tercera planta de Refrescos La Victoria del Centro, la más moderna de América Latina –con una capacidad de envasado de 3 mil 750 botellas por minuto– en lo que hoy es la avenida 5 de Febrero.

Paralelamente al éxito empresarial, la embotelladora siempre buscó ser una empresa con responsabilidad social al apoyar instituciones como el Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (Conalep), el Club de Industriales, el Cuerpo de Bomberos y el Tecnológico de Monterrey.

En 2000 nació la Fundación Roberto Ruiz Obregón, para continuar el legado con la sociedad de la entidad. Resulta imposible pensar en un Querétaro moderno e industrial sin la presencia e impulso de Embotelladora La Victoria-Coca Cola, fruto de la intuición, visión y disciplina de un hombre que supo desde 1937 que tenía un producto que traería el deleite con el dulce sabor de La Victoria.

Una Mariposa con vuelo de 80 años

Desde 1940, el mítico restaurante ha deleitado los paladares de queretanos y extranjeros que visitan este lugar para disfrutar los suaves y dulces aromas y sabores

AL CRUZAR LA PUERTA de la casa del número 7 en la calle Ángela Peralta, se alertan los sentidos del olfato, de la vista y del gusto. Desde que uno entra a La Mariposa, se siente el paso de la historia y el peso de una tradición en el ambiente; aunque no se conozca el restaurante, uno sabe que ingresa a un sitio donde lo tradicional y el sabor vuelan juntos en el tiempo.

Desde 1940, la cafetería es parte de la esencia de Querétaro; muchas cosas han cambiado con el tiempo, en un mundo lleno de prisas –en el que todo parece ser efímero o momentáneo–, hay lugares que se mantienen fieles a su tradición y justamente conservar su concepción original es lo que los distingue, manteniendo un pasado vigente, por más contradictorio que pudiera sonar.

Al conversar con María Verónica de la Vega Rivera –nieta de los fundadores José de la Vega y María Teresa Burgos–, y como si fuera parte de una puesta en escena, justo al momento de encender la grabadora comenzó a escucharse un órgano melódico con la tonada de ‘Somos novios’. Bajo un tema lleno de nostalgia, Verónica recordó lo que significó su niñez en un espacio en el que muchos infantes se volverían locos entre dulces, helados, panes y malteadas.

“Soy nieta de los fundadores y aunque sí teníamos todo al alcance, éramos una familia muy disciplinada y ordenada, era como todo muy medido. Si queríamos algo, lo pedíamos, pero no a manos llenas. Todo siempre con orden y nada con exceso”, recordó Verónica, quien compartió que mucho del aprendizaje en La Mariposa vino acompañado de juego.

“Nos criamos jugando entre los obradores, en la panadería vimos cómo labraban el pan, cómo se hacían las galletas, los dulces y entre juegos fuimos aprendiendo, vimos cómo se hacía todo y ahora que estamos al frente es que aplicamos lo que aprendimos”, narra De la Vega Rivera, quien no oculta el orgullo y compromiso de estar al frente de un negocio que es parte de la capital del estado.

 

LINAJE DE EMPRENDEDORAS

Verónica es parte de la tercera generación al frente de La Mariposa. Creció junto con el negocio, incluso recordó cuando una de las empleadas, recientemente jubilada y vestida con el clásico uniforme azul celeste, iba por ella y sus hermanos al kínder

El papel de la mujer ha sido eje central en el negocio desde hace 80 años, cuando ella tenía que enfrentar un mundo mucho más machista que el actual y en el que doña María Teresa Burgos tuvo que tomar el control del negocio al quedar viuda muy pronto.

“Para mí esa es otra enseñanza. A mí me hablan de las feministas de ahora, pero estamos hablando de que hace 80 años fueron las mujeres las emprendedoras. Mis abuelas y mis tías, ellas siempre andaban ordenando, trabajando y sacando adelante a todos, pero no solo las mujeres de mi familia. También muchas de las trabajadoras que han pasado por acá han sacado adelante a sus familias”, destacó Verónica de la Vega, quien comentó que el nombre de La Mariposa no tiene nada que ver con la esencia femenina del histórico restaurante.

La capacidad de trabajo, el orden y la disciplina son las claves para el éxito de La Mariposa, un negocio que ya no puede darse el lujo de cerrar.

“Es muy fuerte la responsabilidad, es un orgullo claro, pero el poder seguir lo que fundaron mis abuelitos, mi papá –que aún sigue trabajando– …eso es lo importante, poder seguir sirviendo a la gente, ya que no solo son generaciones de trabajadores, sino también hay generaciones de clientes”, comentó De la Vega Rivera

 

SITIO ICÓNICO DE LA QUERETANEIDAD

Hay muchas historias ligadas a La Mariposa, espacio en el que se han formado familias, cerrado negocios importantes en el desarrollo queretano, sitio en el que algunos clientes han elegido como primera parada al salir de un hospital o al que los maridos acuden presurosos en busca de cumplir los antojos de la mujer embarazada.

La actual sede de Ángela Peralta alberga la tradición desde 1975. Ha permanecido más tiempo en este espacio. Sin embargo, Verónica recuerda la que fue considerada la mejor cafetería de Querétaro ubicada en la esquina de 16 de Septiembre y Juárez.

“Ahí se reunían los industriales y se cerraban negocios. Ahí también se puso una de las primeras cabinas telefónicas desde donde se hacían las llamadas de larga distancia”, rememora la licenciada en Administración de Empresas, quien comentó que a ese lugar se le conocía como ‘La Mariposa del Jardín’.

El ‘efecto Mariposa’ no se ha reproducido, pues no tiene sucursales; aunque en muchas ocasiones plazas comerciales los buscaron como tienda ancla, han preferido conservar su presencia en el Centro Histórico. En el primer cuadro de la ciudad abundan las cafeterías, muchas de las cuales abren y cierran al poco tiempo, pero el negocio que cumplirá 80 años el próximo 15 de septiembre se ha mantenido.

“Casi en cada puerta hay una cafetería, pero afortunadamente nos respaldan 80 años. Lo que nos hace diferentes es la tradición. La carta también tiene toda la vida y la siguen aceptando. No estamos innovando, lo que sí hacemos es mantener la calidad y las recetas para que la comida sepa igual a como la probaron las generaciones pasadas”, usando la fórmula de que si algo funciona, no le muevas.

 

LA TRADICIÓN ES SU PILAR

La tradición familiar está por arriba de la tecnología, ya que el negocio no tiene redes sociales y “a propósito no hay wifi, no hay ‘tele’. Queremos que sea un espacio de convivencia familiar, que se vean y que platiquen”, creando un lugar en el que la gente se mire a los ojos y no baje la mirada al ‘smartphone’.

La cifra de familias que depende directamente de la cafetería es similar a los años del negocio. “Son casi 80 familias, más los proveedores que también ya tienen muchísimos años con nosotros”.

“El negocio es muy noble, en ocasiones el mostrador es lo que sostiene y en otras veces es la cafetería es la que apoya. En la cafetería no pueden faltar las nieves, el mantecado, las malteadas, las enchiladas y de mostrador el producto estrella es la rosca de piña”, narra De la Vega mientras el ‘pianito’ ambienta el espacio con otra clásica: ‘Bésame mucho’.

Al preguntarle a Verónica de la Vega qué es lo que más le gusta a ella del menú, sin pensarlo mucho compartió que las enchiladas y el pozole; para el postre, los pastelitos y los envinados. Muchos no se explican cómo subsiste el negocio, saltaron la ola de la modernidad y tomaron su fuerza de la tradición y, sin cambiar la línea, el negocio ‘vuela’.

Malteadas, tamales, bizcochos, helados, enchiladas, reino de lo dulce y lo salado, parte de una carta que se mueve poco, ejemplo de una fórmula probada y aprobada por los clientes que han visitado un sitio que ejemplifica lo que es la ‘queretaneidad’ en forma de mariposa que vuela desde hace ocho décadas y espera seguir volando.

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