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Conservar no es no tocar, sino aprender a convivir: Carlos López

El investigador Carlos López en su laboratorio de la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ. (Julián Istilart)
El investigador Carlos López en su laboratorio de la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ. (Julián Istilart)

El investigador Carlos López es parte de una red de conservacionistas que buscan que el lobo gris vuelva a aullar en libertad

Julián Istilart

Entre una caja con heces de jaguar, una piel preservada de yaguarundí, el esqueleto de un oso negro y demás curiosidades, el investigador Carlos Alberto López González me recibe en su laboratorio de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), en donde platica sobre sus proyectos de conservación y sobre la importancia de las ‘pequeñas acciones’ humanas para ayudar a preservar las especies en peligro de extinción.

El líder investigador de la Facultad de Ciencias Naturales de la UAQ considera el proyecto de reintroduccion del lobo gris mexicano, del cual forma parte medular, como exitoso en el sentido de que se ha conseguido el establecimiento en vida libre de una pequeña población de estos cánidos en el noroeste de Chihuahua, pero que no se han terminado por solucionar todos los problemas que llevaron a la especie a estar en estatus de Peligro de Extinción.

“Calculamos que ahorita hay entre 40 y 45 individuos de lobo mexicano. Se empezaron a reproducir en vida libre desde 2014. Es un proyecto que tomará muchos años y que es costoso. A la espera de confirmación, creemos que este año han nacido nuevas camadas, pero eso y la cantidad de nuevos individuos se observa una vez que están más crecidos los lobos”, describe el doctor sobre el proyecto de conservación liderado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp).

El investigador, quien en 2000 fue reconocido por el Ayuntamiento de Querétaro con la medalla José Ignacio Ruiz Calado por su trabajo de más de 25 años investigando a los mamíferos mexicanos, trabaja actualmente en un proyecto con el gato montés en las zonas urbanas y periurbanas del Estado. En él se busca entender hasta qué punto las actividades del hombre afectan la vida de esta especie y en qué puntos el desarrollo humano pueda ser compatible con ellos.

“Hay muchas especies que, aunque el desarrollo humano sea muy extenso, ahí continuarán existiendo. Tú ves una imagen aérea de la ciudad de Querétaro y el Centro tiene una cantidad de verde (árboles y jardines interiores) impresionante. Muchas especies todavía están ahí gracias a eso. Ese tipo de desarrollo es el que debemos estar buscando en lugar de estas zonas privadas completamente aisladas. Lo primero que hacen es, ‘desmontar todo y luego se coloca un área verde, muchas veces, de especies no nativas’. Eso no funciona, lo que tienes que hacer es mantener lo que estaba ahí”, asegura el doctor en biología.

El conservacionista muestra la piel de un yaguarundi. (Julián Istilart)

 

Un problema que puede afectar la vida del gato montés es la presencia de un virus hemorrágico de gran mortalidad entre su comida favorita, los conejos.

“El problema es que todo este tipo de carnívoros como los gatos monteses, los coyotes o las zorras, que dependen de ellos (los conejos), al no haber qué comer, pues tienen que empezar a ver otras cosas, y dentro de lo que hay, empiezan a poner en riesgo su vida donde hay gallineros, por ejemplo. Empieza a ver este  tipo de posibles conflictos con los seres humanos”, explica Carlos.

El investigador trabaja, entre otros proyectos, en uno de conservación del jaguar en Quintana Roo. Ahí, una compañía de desarrollo urbano desea observar qué tipo de acciones son importantes para seguir manteniendo estos animales.

“La conservación no es no tocar. Lo más importante es el qué tenemos que hacer para que las especies puedan coexistir con los seres humanos . Yo creo que no hay nada más agradable en este mundo que levantarte y ver a los pajaritos, escucharlos. El ver fauna silvestre es padrísimo”, analiza quien a través de cámaras trampa ha visto diversos jaguares deambular por la Sierra Gorda, mismos que pertenecen a un grupo que habita la zona de la Huasteca entre Hidalgo, Querétaro y San Luis Potosí.

Lobo gris mexicano. (Especial)

 

Por último, el científico cuenta algunos efectos curiosos observados durante la pandemia, como el hecho de que los pájaros en zonas densamente pobladas bajaron su volumen y su estrés al no tener que rebasar su ‘tono’ por encima del tráfico urbano. Otro grupo de animalitos relajados por el confinamiento humano es una familia de mapaches que fue visto en el campus universitario en meses recientes. “Desde 2006 que hemos monitoreados cámaras aquí, no habíamos visto algo así”.

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