El país se encuentra ya en ese momento en que la principal posición de mando político, la presidencia de la República, cuenta con dos cabezas. El interregno donde, más de una vez, angustia y ansia han dado lugar a incidentes, acciones y accidentes costosos para la nación. La coyuntura en la cual, por naturaleza y más allá de la consonancia entre los protagonistas, el presidente saliente resiste el ocaso y, en este caso, la entrante anhela el alba del mandato. El punto de inflexión que demanda reconocer a carta cabal la circunstancia.
Importa cobrar conciencia de este nuevo tramo de la transición no sólo por la tensión que, de pronto, se advierte entre quien en mes y medio habrá de dejar la posición de mando y quien habrá de sucederlo, sino sobre todo por las minas sembradas por el crimen que ponen en duda la fortaleza del Estado y obligan a caminar con extremo cuidado.