Si ahora escucho esa cancioncita o la niña que está contando, se me enchina la piel. Es horrible. Aún hoy de adulta no la puedo ver, me da terror. Sí veo otras películas y no me dan miedo, ni tampoco la oscuridad, pero si escucho la cancioncita de esa película me da mucho miedo, hasta me pongo llorar. Creo que esa parte de mi niñez se quedó muy marcada en mí. Es una experiencia muy fea. Nadie lo sabe, mis hijos creen que tienen una mamá que no le tiene miedo a nada, pero esa película es horrible”.